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Diario de un viaje a China: Llegada a Pekín

En el primer capítulo de este Diario de un viaje a China podréis leer cómo fue el viaje de casi 24 horas en avión y nuestra llegada a China tras aterrizar en el aeropuerto de Pekín.
A pesar de la paliza de vuelo, visitamos la enorme Plaza de Tian'anmen, la calle comercial de Qianmen y tenemos nuestro primer contacto con el metro de Pekín, los Hutongs y los primeros momentos de desesperación por culpa de numerosos problemas idiomáticos y de transporte...

Plaza de Tian'anmen

A continuación podréis encontrar el relato completo del primer día de viaje a China:


La tarde antes de comenzar el viaje fue la "tarde del tetris", y es que conseguir meter toda la ropa necesaria para un viaje de 22 días en China y además conseguir dejar hueco para la cámara de fotos, el netbook, el neceser, las zapatillas y otros complementos como un poncho, la funda del saco de dormir o la mosquitera, no es tarea fácil.
Todo mi equipaje consistía en una mochila de 50 litros y una más pequeña para el día a día de 20 litros.

A las 12 de la noche conseguí terminar y me marché a dormir. La próxima vez que sonase el despertador sería un sonido celestial que marcaría el inicio de mi viaje a China.
Sobre las 3:00 de la mañana me despierto, desayuno algo y salgo en busca de dos de mis compañeros de viaje con los que iré al aeropuerto de Madrid-Barajas.
Una hora más tarde, los 6 viajeros nos encontramos en el aeropuerto con una mezcla de sueño y nerviosismo mientras envolvemos las mochilas para facturarlas y comentamos que por fin ha llegado ese día que allá por el mes de enero nos parecía tan lejano cuando empezamos a planificar todo el viaje.

Facturando las maletas

De ahí vamos directos a pasar los controles de seguridad y despegamos a las 6:35 con destino a Bruselas, un vuelo de tan sólo 2:30 horas hasta el aeropuerto de esta ciudad en el que hacemos una escala de 4 horas.
Aprovechamos esta larga escala para desayunar y redesayunar con unos bocatas improvisados hechos con el embutido que llevamos cada uno en el equipaje de mano. A las 13:00 despegamos de Bruselas en un vuelo interminable que dura 9:30, tiempo en el que recorremos 8000 kilómetros y nos dan de comer 2 veces, aunque también dimos varios paseos a la cocina del avión para servirnos alguna que otra bebida y galletas.

En tantas horas de vuelo da tiempo a todo menos a dormir, y es que la escasa distancia con los asientos delanteros lo hace casi imposible. La programación de las pantallas táctiles tampoco es muy entretenida, así que pasamos las largas horas del vuelo dando alguna que otra cabezada, comiendo, charlando y contando las horas que nos faltan para pisar tierras Chinas.

Por fin, a las 06:30 de la mañana aterrizamos en Pekín al mismo tiempo que los primeros rayos de sol marcan el inicio de la actividad en la ciudad.
Nos sorprendemos al ver el cielo azul, ya que esperábamos encontrarnos la permanente capa de contaminación que lo cubre todo, pero varios charcos en el suelo nos indican que ha llovido y que por eso está despejado.
Al abrirse las puertas del avión comprobamos que hay mucha humedad pero que al menos no hace un calor bochornoso, aunque eso no duraría mucho tiempo.
Mientras esperamos a pasar el control de seguridad aprovechamos para llamar a casa y decir que hemos llegado bien, y es que en España son las 00:30 y la gente está a punto de irse a dormir mientras que a nosotros todavía nos queda todo el día por delante.

Tras pasar el control de seguridad y sellarnos los visados vamos en busca de las mochilas grandes, a ver si no se han ido en otro vuelo y están en la otra punta del mundo. La mía es la última en aparecer, así que hay unos escasos minutos de incertidumbre.
Nada más cruzar las puertas de la terminal nos encontramos con decenas de chinos con carteles que esperan a otros viajeros. Nosotros desde este mismo momento empezamos a buscarnos la vida, y lo primero que hicimos fue ir a cambiar dinero para conseguir nuestros primeros yuanes y así poder pagar los taxis con los que iríamos al hotel. Como sucede en todos los aeropuertos del mundo, nos hacen una mierda de cambio y encima nos cobran una comisión de 5€.

Money Exchange Beijing

Con dinerito fresco salimos de la terminal y nos vamos a la zona de taxis. Un tío nos ofrece una furgoneta pirata por 600 yuanes (75€ aprox.) por llevarnos a los 6. A pesar de no ser un precio desorbitado porque saldríamos a unos 12€ cada uno, pasamos de su oferta y nos vamos directamente a por un taxi, que por lo que habíamos leído no eran demasiado caros.

Al final llegamos a un acuerdo con dos taxistas para que nos cobren 100 yuanes por taxi (12€ aprox.) hasta la puerta del hotel, así que nos dividimos en dos grupos de 3 y nos lanzamos a la aventura por las calles de una megaciudad con un tráfico infernal en plena hora punta matinal.
Después de casi una hora llegamos al principio de una calle por la que nos dicen que no pueden entrar en la que hay un cartel con las indicaciones para llegar hasta nuestro hotel, el Beijing Traditional View.
Aunque el taxímetro marca 65 yuanes por taxi, les damos 100 porque nos dicen algo de que han ido por peajes y que tenemos que pagárselos, así que por no empezar a discutir y cabrearnos con los chinos accedemos prometiéndonos que sería la última vez que no pelearíamos cada yuan.

Llegamos a la recepción del hotel y mientras unos arreglan el tema de la reserva, el resto recolocamos el contenido de nuestras mochilas para dejar lo imprescindible en la mochila pequeña y guardar el resto en la mochila grande que se quedará en un cuarto del hotel.

Como hasta las 12 no nos dan la habitación, preguntamos al personal de recepción por algún lugar cercano para visitar. Algo tan simple como esto nos llevó más de media hora porque casi todo su vocabulario en inglés era "yes" y "ok".
Tras un desesperante intercambio de gestos y muecas, nos recomiendan visitar la Plaza Tian'anmen, uno de los monumentos más cercanos al hotel al que podemos llegar en metro.
Sobre un mapa nos señalan la parada de metro más cercana, Beixinqiao, situada a unos 15 minutos andando de nuestro hotel.

Orientándonos por unas calles en las que éramos los únicos occidentales y esquivando motos, coches, bicicletas, autobuses y carros conseguimos encontrar la parada de metro.
Vamos derechos a las máquinas automáticas para sacar los billetes y elegimos el inglés para entender los menús. En menos de un minuto conseguimos hacernos con su funcionamiento y sacar los 6 billetes de metro con destino a Tian'anmen East por 2 yuanes cada uno.
Aquí los billetes son una tarjeta de contacto que solo hay que acercar a los tornos para que se desbloqueen las puertas y poder pasar.
Antes de los tornos hay que pasar un control de seguridad muy parecido al de los aeropuertos en dónde analizan las mochilas y bolsos con una máquina de rayos X mientras nosotros pasamos por el típico detector de metales.
Este protocolo de seguridad lo repetiríamos al menos 50 veces a lo largo de nuestro viaje tanto en el metro de Pekín como en el de Shanghai.

En unos 15-20 minutos llegamos a nuestro destino tras un viaje en un metro muy sencillo de usar y menos abarrotado de lo que esperábamos.

Metro Beijing

Salimos al exterior para encontrarnos, ahora si, con hordas de chinos que se cuentan por miles en los aledaños de Tian'anmen.
Tras hacer las fotos de rigor a la entrada de la Ciudad Prohibida...

Ciudad Prohibida

...nos sentamos en las inmediaciones para leer en la lonely un poco de la historia de esta plaza y protegernos de un sol que poco a poco había ido ganando en intensidad.

Uno de los episodios más tristes ocurridos en este lugar son las protestas de la Plaza de Tian'anmen de 1989. Durante más de 15 días, estudiantes y trabajadores se manifestaron contra el régimen comunista pues lo consideraban demasiado corrupto y represivo.
Tras la división en el seno del propio Partido Comunista, el gobierno decidió atajar las protestas sacando al ejército para disolver a los manifestantes. Según distintos estimaciones, hubo entre 400 y 2500 víctimas mortales, además de 10000 heridos y un número indeterminado de presos políticos que fueron arrestados tras estos incidentes mientras se expulsaba a la prensa extranjera.
La brutal represión de las protestas y el cerrojazo informativo impuesto por las autoridades supuso la condena internacional de la actuación del gobierno de la República Popular China.
Seguro que la mayoría recordaréis la fotografía en la que un estudiante frena una columna de tanques al quedarse parado en mitad de una calle de Pekín.

Cuando ya hemos refrescado la memoria sobre los acontecimientos ocurridos en este lugar un mes de Junio de 1989, pasamos un nuevo control de seguridad similar al del metro antes de acceder al interior de plaza, dónde los chinos se multiplican a la enésima potencia en grupos de escolares o familias enteras que visitan este emblemático lugar del pueblo chino.

Tian'anmen

En este vídeo podéis haceros una idea de la zona norte de Tian'anmen, dónde destaca el Monumento a los héroes del pueblo, el obelisco que preside esta parte de la plaza:


Algo que a mi me sorprendió mucho son las dos enormes pantallas situadas en esta zona de la plaza en las que se muestran vídeos de diversas zonas de China, una clara muestra de la modernización del país en el mismísimo corazón del régimen:


Seguimos paseando mientras contemplamos grandes edificios oficiales situados a ambos lados de la plaza como por ejemplo el Museo Nacional de China...

Tian'anmen

...hasta que al llegar a la zona sur de la misma nos encontramos con la primera muestra de arquitectura tradicional China, la puerta de Zhengyangmen, uno de los pocos vestigios que quedan de la antigua muralla que protegía la ciudad imperial durante la dinastía Ming.

Zhengyangmen

En la siguiente panorámica de la zona sur de la Plaza de Tian'anmen destacan la Puerta Zhengyangmen y el Mausoleo de Mao Zedong, dónde se puede visitar la tumba del que fuese presidente del Partido Comunista de China entre los años 1943 y 1976:


Abandonamos la plaza cruzando bajo la puerta de Zhengyangmen, pero antes aprendemos algo más de la historia de este vestigio de la antigua muralla en un panel informativo situado junto a la puerta.

Al otro lado, hacemos una parada en el kilómetro 0 de China...

Kilómetro 0 China

...antes de cruzar la avenida que nos separa de la torre de la arquería...

Torre de la arquería

...y el inicio de la calle Qianmen, la calle comercial más antigua de la ciudad con casi 600 años de historia.

Qianmenn

Comenzamos a pasear por esta calle que ha sido reformada hace poco tiempo y en la que podemos ver tanto tiendas y restaurantes tradicionales como otros de las firmas de moda más internacionales o cadenas de restaurantes de comida rápida.
Un tranvía circula por el centro de Qianmen realizando el mismo recorrido que el tranvía que funcionó en esta calle entre los años 1924 y 1966.

Qianmen

En este vídeo podéis ver el inicio de Qianmen y el tranvía que une ambos extremos de esta calle de unos 800 metros de longitud:


Mientras paseamos por aquí entramos en varios bancos para cambiar dinero, pero de nuevo la barrera del idioma se convierte en un problema, sobre todo cuando en uno de los bancos nos dicen que saquemos dinero en un cajero con el menú exclusivamente en Chino.

Tras varios problemas con la tarjeta y después de abandonar algún banco dónde nos querían cobrar 10€ de comisión, conseguimos cambiar 300€ por unos 2500 yuanes.

Con liquidez en nuestros bolsillos, nos tomamos un helado con el que intentamos sofocar el intenso calor que a medio día se desploma con fuerza sobre nuestras cabezas.
Abandonamos la calle principal y nos adentramos por los hutongs que desembocan en Qianmen, dónde perdemos de vista a los pocos occidentales que nos habíamos cruzado hasta ese momento para encontrarnos con el Pekín más auténtico, el de las calles más sucias y carteles con caracteres exclusivamente chinos,...

Hutong

...el de las coloridas tiendas de barrio...

Tienda comestibles Hutong

...y la mujer que empieza a preparar la comida...

Hutong

...o el Pekín en el que el dueño de ese pequeño puesto de dulces nos enseña orgulloso los distintos bollos, panes o galletas que lleva elaborando desde primera hora de la mañana.

Tienda Hutong

Después de perdernos durante una hora por los hutongs aledaños a Qianmen, volvemos a esta calle para coger el metro en la plaza de Tian'anmen en dirección al hotel a ver si ya tenemos listas las habitaciones y podemos deshacer las mochilas.

Qianmen y Zhengyangmen

De camino al hotel encontramos un banco en el que no tenemos problemas para cambiar dinero y además nos hacen un buen cambio sin cobrarnos apenas comisión, así que aprovechamos para cambiar más dinero para el bote común y también para hacernos cada uno de nosotros con algo de efectivo en moneda local.

Llegamos al hotel y nos dicen que ya tenemos listas las habitaciones, pero al comprobar las cuentas algo no nos cuadra porque intentan cobrarnos de más.

Algo tan simple como cotejar el recibo de nuestra reserva y lo que nos querían cobrar fue una misión imposible que casi duró 45 minutos. El recepcionista del hotel empezaba a caernos mal, pero al final acabó entendiendo (mayormente por el lenguaje de signos y el cabreo que reflejaban nuestras caras) que estaba equivocado y que el importe correcto era el que nosotros le estábamos diciendo.

Cuando nos entregan las habitaciones vemos que una de ellas está situada junto a la entrada y que no tiene ventana, por lo que hay bastante humedad y resulta un poco agobiante.

Un nuevo paseo hasta la recepción para exponer nuestra queja, pero esta vez no hubo suerte porque según nos dijo el hotel estaba "full", así que como eran dos noches y no queríamos mosquearnos más el primer día de viaje, aceptamos quedarnos en esa habitación.

Aprovechamos para preguntarle si nos pueden sacar el tren de Pekín a Pingyao y otro de Pingyao a Xi'an para el día siguiente. De nuevo, una hora más tarde y tras varias llamadas nos dice que no hay plazas disponibles en los siguientes días, pero como no nos parece posible le damos las gracias por las gestiones y nos marchamos en busca de un lugar dónde comer y pensar en posibles alternativas, porque necesitamos coger un tren al día siguiente o toda la planificación se va al garete.

Gabinete de crisis en el Burguer King.
Son casi las 15 horas y el calor en la calle es agobiante, sofocante y exasperante. Si a eso le sumamos la falta de sueño, el cansancio, un viaje de 16 horas y la posibilidad de que el primer día de viaje se nos desbarate toda la planificación que tanto nos costó conseguir meses atrás, la situación amenaza con desbordarnos, ya que todos empezamos a estar al límite de nuestras fuerzas.

Después de buscar durante 10 minutos algún sitio dónde comer, acabamos entrando en un Burguer King, uno de los pocos locales de la zona dónde había aire acondicionado.
Mientras comemos un menú big king que cuesta 25 yuan, buscamos alternativas y soluciones al problema del tren. Al final nos planteamos ir a la estación de trenes a ver si allí directamente podemos conseguir los billetes o si por el contrario corroboran las palabras de nuestro recepcionista y nos dicen que no hay billetes.

Mientras volvemos al hotel a por las mochilas y para preguntar cuál es la estación de trenes a la que tenemos que ir para intentar sacar los billetes a Pingyao, pasamos por la puerta de un hotel en el que anuncian excursiones a la muralla china y otros lugares de la ciudad.

Entramos a preguntar a ver si allí nos pueden ayudar con el tema de los billetes de tren, y por un milagro del destino, Michael (el chaval que nos atiende), tiene un nivel bastante aceptable de inglés.

Tras contarle nuestro problema, empieza a buscar trenes y nos dice exactamente lo mismo que en el otro sitio. Al parecer, el día antes de llegar nosotros a Pekín estuvo diluviando tanto en la ciudad como en los alrededores y se cancelaron la mayoría de trenes, por lo que estaban recolocando en los trenes de los días siguientes a todos los que no habían podido viajar, y por eso no había ninguna plaza disponible hasta 4 o 5 días más tarde.
También nos comentó que en Pekín, el agua había llegado a cubrir toda la ciudad con unos 30 cm y que muchos taxis y coches particulares se habían estropeado haciendo del día anterior una jornada bastante caótica.

¿Os imagináis qué hubiese pasado si llegamos a empezar nuestro viaje un día antes? Nos libramos de muchos problemas por pocas horas.

Cuando parecía que se nos acababan todas las opciones, nos acordamos de una alternativa que leímos en uno de los foros que nos ayudaron a preparar el viaje.
Consistía en coger un tren parecido al AVE español hasta Taiyuan, y desde allí, coger un tren regional hasta Pingyao.

Se lo comentamos a Michael (así se llamaba el chaval que nos estaba ayudando a conseguir el tren) y en 5 minutos nos confirmó que era posible viajar tal y como le habíamos dicho nosotros, tardando menos tiempo y que había billetes disponibles.

Le dijimos que no tardase ni un minuto y nos comprase los dos trenes con los que llegaríamos a Pingyao.

Para el segundo recorrido en tren entre Pingyao y Xi'an no había problema de sitio, ya que habían billetes para ir de pie durante las 10 horas de trayecto.
Nos planteó la alternativa de comprar uno de estos billetes para ir de pie, que eran los más baratos, y que una vez que estuviésemos en el tren, dirigirnos al vagón cafetería para tomarnos algo allí y quedarnos toda la noche durmiendo en estos asientos, ya que el vagón cafetería lo cierran por la noche.

Nos sonó bastante raro y chanchullero, así que optamos por no arriesgarnos y comprar los billetes con derecho a asiento, lo mejor que había disponible al haberse agotado las plazas en los vagones con camas.

Teníamos pensado llegar a Pingyao por la mañana y salir la misma noche hacia Xi'an porque es lo que habíamos leído en la mayoría de los foros, pero Michael nos recomendó hacer noche en Pingyao para disfrutar de la ciudad y no pegarnos semejante paliza de trenes en el mismo día.

Le hicimos caso y nos reservó una noche en un hostel de Pingyao que además mandaría a alguien a buscarnos hasta la estación, así que al final habíamos conseguido solucionar todos nuestros problemas y el viaje podía continuar sin mayores contratiempos.

Como ya habíamos perdido mucho tiempo y no teníamos ganas de calentarnos más la cabeza, contratamos aquí mismo la excursión a la muralla China del día siguiente, pero le dijimos que no queríamos ir a la zona más concurrida, que nos interesaba otro tramo más alejado donde pudiésemos disfrutar de la muralla.

Al final contratamos una excursión al tramo de Mutianyu que incluía la visita a las tumbas Ming y la comida por 280 yuanes (35€ aprox.) cada uno.

Después de 3 horas metidos en esta especie de agencia de viajes China volvemos al hotel para ducharnos y descansar un poco del tremendo desgaste mental y físico de este primer día.

Por la noche decidimos ir a buscar a una amiga de Bea que está por Pekín haciendo un viaje parecido al nuestro para cenar todos juntos.
Acabamos en la terraza de un restaurante en el que los únicos "guiris" de la zona somos nosotros, lo que nos convierte en el centro de atención del lugar, y es que los chinos son muy descarados y curiosos, algo que comprobaríamos en numerosas ocasiones a lo largo del viaje.
Para cenar pedimos una especie de pinchos de calamares, dos tipos de arroz y unos pinchos de carne junto con unas cervezas de 600 ml.

8 personas comemos por unos 180 yuanes (3€ cada uno).

Después de cenar y de contarnos las experiencias de nuestras primeras horas por China, nos vamos hacia el metro que cierra a las 23, pero cuando entramos la taquillera nos dice que está a punto de cerrar pero que nos colemos a ver si nos da tiempo de coger el último metro.

Cuando bajamos al andén nos avisan de que ya no van a pasar más trenes, así que salimos y empezamos a buscar un taxi pero es misión casi imposible. Además de que habían pocos, los que conseguíamos parar nos decían que no nos llevaban, y los que si nos querían llevar nos pedían una cantidad desorbitada, así que nos acercamos a una parada de autobuses para preguntar la manera de llegar hasta el único lugar de referencia que teníamos localizada en el mapa que llevábamos, la estación de metro de Beixinqiao.

Después de buscar sin resultado algún occidental y de preguntar a varias personas (de nuevo misión imposible encontrar alguien que hable inglés), dimos con una mujer que mediante el lenguaje internacional de los signos nos indica la parada de un autobús en el que ella va a subir y que nos llevará hasta la estación de metro que hay cerca del hotel.

Nos fiamos de ella y subimos al autobús, pero 2 paradas después nos dice que tenemos que bajarnos y coger otro. Como se baja del autobús un poco rápido y riéndose no nos fiamos y empezamos a buscar un par de taxis sin tener ni idea de dónde estamos.

Los taxistas que conseguimos parar también nos intentan timar, así que optamos por volver a la parada del autobús y coger el bus que nos dijo la mujer, que al final resultó ser el que nos deja en la parada de metro de Beixinqiao.

Una vez allí, nos despedimos de la amiga de Bea y su novio y pasamos por el banco para sacar dinero y marcharnos a dormir después de casi 48 horas sin pegar ojo y un primer día agotador, pero con ganas de que llegase el día siguiente para poder cumplir nuestro sueño de contemplar, caminar y sentir bajo nuestros pies la gran Muralla China, ese majestuoso monumento que desde pequeños nos fascinó y que estaba situado a una distancia que nuestra mente de niños no podía ni siquiera concebir, pero que ahora se encontraba a tan solo unas cuantas horas de sueño...



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