Diario de un viaje a China: primer contacto con la Gran Muralla ~ PhotoViajeros - Los relatos de mis Viajes, Rutas y Escapadas

Diario de un viaje a China: primer contacto con la Gran Muralla

Nuestro segundo día en China nos llevará a conocer las tumbas de la dinastía Ming y la Gran Muralla China, concretamente el tramo de Mutianyu.
Tras varias visitas obligatorias incluidas en la excursión a la muralla, regresamos a Pekín por la tarde y aprovechamos para pasear por la concurrida calle comercial de Wangfujing y visitar el mercado nocturno de Donghuamen, dónde pondremos a prueba nuestros estómagos con deliciosas brochetas de saltamontes, escorpiones o ciempiés...

Muralla China, tramo de Mutianyu

Sigue leyendo para encontrar el relato completo del segundo día de viaje a China:


A pesar de la paliza de los dos días anteriores, nos toca madrugar a las 06:30 para desayunar y dirigirnos a la puerta del lugar donde contratamos la excursión a la Gran Muralla que sale a las 7:30.

El autobús llega media hora tarde, así que al final salimos a las 8 junto a las otras 20 personas que forman parte de nuestro grupo y que nos acompañarán durante buena parte del día. El conductor es un chino con tendencias suicidas y una cara de mala hostia tremenda que no es que conduzca mal, sino que a cada metro tenemos que dar las gracias por seguir vivos. Volantazos a diestro y siniestro, acelerones y frenazos bruscos y un pito estridente que debió sonar unas 400 veces a lo largo de todo el día formaban parte de su particular estilo de conducción.

Junto a farruquito-ortegacano iba un guía cuyo nombre para los guiris (nosotros) era Jack, mucho mejor que aprendernos su nombre de pila.
Jack es un chino pequeñín (más aún que la media de los chinos) con una sonrisa permanente en la cara que no para de hablar ni un segundo durante todo el trayecto mientras nos cuenta (en un más que aceptable inglés) mil y una historias sobre las tumbas Ming, los emperadores y otros temas relacionados de los que no me acuerdo porque llegó un momento en el que mi cerebro me ordenó desconectar de sus explicaciones.
Cuando Jack se percató que estaba hablando a los cristales porque la mayoría hacía rato que habíamos dejado de escucharle, se cayó, pero la sonrisa seguía sin desaparecer de su rostro.

Una hora después de salir de Pekín hacemos una primera parada en un taller de jade, donde vemos el proceso de pulido y como dan forma a varias figuras.
Esta visita es interesante los primeros 30 minutos, pero cuando se acaban las explicaciones y hemos visto todas las figuras de la tienda-museo no nos apetece seguir esperando otra media hora a ver si alguno cuela y compra algo.

Mientras esperamos a que el resto del grupo salga, me acerco a la tienda del taller para comprar una botella de agua, pero cuando me piden 30 yuanes (4€) por una botella de 50 cl la sed se me quita de repente.

Salimos fuera y me acerco con Jesús hasta una tienducha situada a unos 500 metros de allí, dónde compramos 6 botellas de agua iguales por 1 yuan cada una (menos de 1€ por las 6 botellas), así que olvidaros de comprar botellas de agua en las tiendas dónde os paren para cualquier visita si no queréis que os timen.
Echando unas cuentas rápidas, por el precio de una botella de la tienda del taller podríamos haber comprado 30 en el otro sitio.

Mientras volvemos hacia el autobús vemos que Rodo ha venido a buscarnos porque ya habían salido todos del taller de jade y el autobús se quería ir sin nosotros.
Cuando subimos Jack no tiene la sonrisa dibujada en su cara y nos mira de una manera poco amistosa, pero pasamos olímpicamente y repartimos el botín de botellas de agua entre el resto del grupo.

Tras un nuevo trayecto en autobús llegamos a la entrada de las tumbas Ming.

Tumbas Ming

Antes de entrar Jack nos da algunos datos más y nos cuenta algo de su historia, ya que dentro no está permitido dar explicaciones.
La visita no dura más de 30 minutos, y es que a pesar de no tener realmente un gran atractivo, íbamos más pendientes de no perder a nuestro guía ni el paraguas azul que llevaba levantado y de esquivar decenas de grupos de turistas que de contemplar los pocos detalles que podíamos ver entre tanta gente.
Fue una visita bastante decepcionante en general, tanto por el lugar en si como por la manera de enseñárnoslo y el bullicio de los centenares de personas que se movían como auténticas mareas humanas.

Tumbas Ming

No nos pareció nada bien que dedicásemos la mitad de tiempo a visitar estas tumbas que el utilizado en la fábrica de jade, pero claro, aquí no había ninguna tienda dónde Jack (o alguno de sus jefes) pudiese conseguir alguna jugosa comisión.

Después de comprar unos melocotones en unos puestos callejeros, subimos de nuevo al autobús para ir a comer a un restaurante situado a la entrada del tramo de la muralla de Mutianyu.
Son tan solo las 11:30 de la mañana y no tenemos muchas ganas de comer, pero es lo que hay, así que a pesar de tener la majestuosa Muralla China a tan solo unos centenares de metros, tendremos que esperar un poco más.
El lugar elegido para comer es un típico restaurante chino con una bandeja central giratoria en la que dejan muchos platos. Al estar orientado principalmente a turistas extranjeros, la comida es parecida a la que podemos encontrar en cualquier restaurante chino español, pero esta se convirtió sin lugar a dudas en una de las mejores comidas de todo el viaje y he de reconocer que comimos muy bien.

Nada más comer y con un calor bastante intenso nos dirigimos a la taquilla, dónde Jack nos entrega las entradas que nos permitirán subir hasta la torre 7 en telesilla.

Desde ese momento tenemos 2 horas para caminar por la muralla con libertad, así que no disponemos de mucho tiempo para hacer el recorrido normal que va desde la torre 7 hasta la torre 14.
De nuevo nos cabreamos por disponer de tan poco tiempo para disfrutar de la Muralla China, pero como no es plan de discutir con el guía y perder unos valiosos minutos, aceptamos estar en la muralla desde las 13:00 hasta las 15:00.

En cuanto nos subirnos al telesilla se nos pasa el cabreo a medida que la muralla se acerca y vemos como esta serpiente de piedra se pierde entre los frondosos bosques de las montañas lejanas.

Muralla China, tramo de Mutianyu

Al llegar arriba por fin nuestros pies se posan sobre los duros bloques de piedra que forman la muralla. Otro sueño cumplido.
Una vez arriba, empezamos a caminar bajo un sol abrasador y sin ninguna sombra en la que poder refugiarnos, pero ni el calor, ni la humedad ni el más que seguro corte de digestión que nos esperaba iban a borrarnos la cara de felicidad que en ese momento teníamos todos los miembros del grupo.

Muralla China, tramo de Mutianyu

Al fin y al cabo teníamos que estar agradecidos por haber podido disfrutar de un cielo tan despejado, y es que normalmente esta zona suele estar cubierta por la niebla y no se puede disfrutar de los espectaculares paisajes que rodean el enclave de esta grandiosa construcción.

Muralla China, tramo de Mutianyu

A la vuelta del viaje, hablando con amigos y compañeros de trabajo que también habían visitado la Gran Muralla me comentaron lo mismo, que no sabíamos la suerte que habíamos tenido de pillar un día tan bueno y poder ver un tramo tan largo de la muralla.

Muralla China, tramo de Mutianyu

La verdad es que disfrutamos como enanos subiendo y bajando por las empinadas cuestas y escaleras que te permiten salvar los enormes desniveles entre cada una de las torres...

Muralla China, tramo de Mutianyu

...mirando hacia las montañas que se perdían en el horizonte...

Muralla China, tramo de Mutianyu

...y descubriendo nuevos tramos de muralla que aparecían y desaparecían entre la frondosa vegetación de esta región situada al norte de Pekín.

Muralla China, tramo de Mutianyu

Cuando conseguimos llegar hasta la última de las torres que visitaríamos empapados en sudor pero con energía de sobra para seguir caminando durante horas por este increíble monumento, nos encontramos con unos españoles que habían ido por su cuenta en transporte público pagando solo unos 80 yuanes y que llevaban unas 2 horas por la muralla.

Muralla China, tramo de Mutianyu

Nos arrepentimos de no haber buscado información para ir por nuestra cuenta y haber podido pasar el día entero por aquí, así que cuando nos dicen que es muy fácil volver en autobús hasta Pekín, barajamos la posibilidad de quedarnos más tiempo y volvernos por nuestra cuenta, pero cuando analizamos la situación fríamente y recordamos que al día siguiente por la mañana tenemos que coger un tren en dirección a Pingyao, decidimos terminar la excursión contratada, así que empezamos a recorrer el tramo de muralla que ya habíamos visitado en dirección contraria.

Muralla China, tramo de Mutianyu

Para bajar hasta la zona de tiendas y el aparcamiento de autobuses nos tenemos que tirar con una especie de trineo con ruedas que se desliza por un larguísimo tobogán, pero la cola para bajar es bastante larga.

Muralla China, tramo de Mutianyu

Mientras esperamos nuestro turno pasa una señora bastante mayor que va sudando más que nosotros (y ya es decir), con un intenso tembleque de piernas y la cara desencajada pidiendo que la dejemos pasar porque pierde el autobús.
Todo el mundo la deja pasar, y eso que la mayoría llevamos prisa porque nos hemos retrasado casi media hora con respecto a la hora que habíamos acordado con Jack. Lo que nos tranquiliza es ver otros miembros de nuestro grupo del autobús esperando la misma cola que nosotros pero más atrás, así que no nos preocupamos porque le autobús no se va a marchar dejando tirado a la mitad del grupo.

Cuando por fin nos toca, me tiro en primer lugar y el trineo empieza a coger velocidad muy pronto. Carteles por todas partes y unos operarios agitando banderas rojas nos avisan de que no nos pasemos con la velocidad porque podemos salirnos en cualquier curva, pero la sensación de circular a toda velocidad por esta especie de circuito de bobsleigh nos hace bajar algo más rápido de lo aconsejado, pero la diversión dura poco, y es que al poco de empezar me encuentro con un padre y su hija parados en medio de la pista. A partir de este momento ya no pude disfrutarlo porque cada dos por tres el trineo de delante se paraba y tenía que frenar para no acabar encima de ellos.

Una vez abajo echamos un vistazo a las mil y una tiendas de recuerdos existentes mientras nos dirigimos hacia el autobús, pero como es lógico, los precios son un poco abusivos y no pudimos comprar nada.

Cuando los últimos miembros del grupo suben al autobús empezamos el viaje de vuelta hacia Pekín, pero a los pocos kilómetros nos detenemos en una fábrica de jarrones en la que al menos no perdemos mucho tiempo.

En este corto intervalo de tiempo el cielo se cubre completamente y se muestra amenazante con unos tremendos nubarrones negros que presagian una tremenda tormenta. La humedad se hace insoportable y el ambiente se vuelve plomizo, pero salimos de la zona cuando parecía que el diluvio iba a comenzar, así que al final nos libramos del chaparrón.

A la entrada de Pekín y muy cerca de la Villa Olímpica el autobús vuelve a detenerse, esta vez para asistir a la ceremonia del té y a ver si alguien pica y compra algo en la tienda.

En este momento el enfado llega a su punto álgido, y aunque al principio entramos a la sala para verlo, decidimos salirnos y esperar fuera mientras lamentamos el tiempo perdido en estas visitas absurdas que nos habría venido de perlas para haber estado más tiempo en la muralla.

Cuando el resto del grupo que venía con nosotros termina la ceremonia (algunos también se salen antes de tiempo), el autobús nos devuelve al punto de partida poniendo fin a la excursión.

Si tenéis la oportunidad de acordar una visita privada para ir únicamente a la muralla no lo dudéis ni un momento, pero si preferís visitar las tiendas las fábricas de jarrones y jade o asistir a una ceremonia del té, contratad una visita guiada.

De camino al hotel nos pasamos por la agencia de viajes a recoger los billetes de tren para el día siguiente y a ver si nos pueden conseguir un par de taxis que nos lleven hasta la estación de trenes a la mañana siguiente.
Nos dice que los taxis es mejor que los intentemos contratar desde el hotel, pero ante la imposibilidad de comunicarnos con el personal de la recepción de nuestro hotel, acabamos reservando los taxis en la agencia de Michael, con quién nos hacemos una foto que pasará a engrosar la muestra fotográfica con la que tiene empapeladas las paredes de la agencia.
Aprovechamos para preguntarle cómo llegar hasta la zona de Wangfujing y el mercado nocturno de Donghuamen, y nos aconseja coger un autobús que pasa muy cerca de nuestro hotel y que nos deja en la misma calle Wangfujing.

Mientras unos aprovechan para ducharse otros nos relajamos en la terraza del hotel con unas grandes cervezas compradas en unos ultramarinos cercanos y que cuestan 3,5 yuan (0,45€).

Cuando todos los miembros del grupo estamos listos, volvemos hasta la calle principal situada al final de nuestro hutong para buscar la parada del autobús nº 104 con el que iremos hasta la calle de Wangfujing y el mercado nocturno de Donghuamen, al que nosotros bautizamos como "el mercado de los bichos empalados".

Ver Wangfujing y mercado de Donghuamen en un mapa más grande

Wangfujing es una versión china de Times Square o Picadilly Circus, pero en vez de ser una plaza, es una larga calle peatonal repleta de tiendas de moda, centros comerciales, terrazas y locales de comida rápida, aunque también sobreviven algunas tiendas tradicionales y restaurantes en los que se sirve comida tradicional china.

Wangfujing

Paseamos por esta zona durante una hora aproximadamente antes de adentrarnos en la Wanfujin snack street.
Es fácil localizarla porque es una de las calles que cruzan perpendicularmente la zona peatonal de Wangfujin más o menos a la mitad y por un gran arco decorado con farolillos rojos.
Si no encontráis el arco, sólo tenéis que dejaros llevar por las mareas humanas que se dirigen hacia una estrecha calle para adentrarnos de lleno en un mundo paralelo dónde nuestros 5 sentidos funcionarán al 200%.

Wangfujing Snack Street

Centenares de puestos nos ofrecen decenas de exóticas brochetas en las que los insectos y arácnidos son los principales ingredientes...

Wangfujing Snack Street

Wangfujing Snack Street

...aunque si no tenemos el estómago ni el coraje necesario para echarnos estas delicias culinarias a la boca, siempre podremos optar por comidas menos exóticas como brochetas de pescado, pinchos de carne a la plancha o tallarines.

Wangfujing Snack Street

Tras darle muchas vueltas e intentar reunir el valor necesario para comprar alguna brocheta de saltamontes o escorpión, optamos por comprar un pincho de carne a la plancha, aunque no tenemos ni idea del tipo de carne que comimos.
Lo importante es que estaba bueno y que nos costó únicamente 5 yuan (0,70€).

Wangfujing Snack Street

Mientras caminamos por los callejones de la Wangfujing Snack Street vemos desde aparcamientos en los que se amontonan centenares de bicicletas hasta basureros que van pegando gritos y empujones por las abarrotadas calles del mercado nocturno de Donghuamen.
También hay multitud de patios en los que hay actuaciones musicales, pero una de ellas nos pareció realmente inquietante, y es que sobre un pequeño escenario encontramos algo parecido a un gheisho (es lo más parecido a este extraño personaje) que cantaba, bailaba y actuaba de una manera totalmente demencial para un público inexistente que pasaba por delante sin dirigirle una simple mirada.

En los siguientes vídeos podéis haceros una idea de lo que os encontraréis si visitáis este bullicioso mercado nocturno:





Cuando empezamos a estar saturados de ver todo tipo de insectos y animales empalados, de esquivar chinos que empujan, chinos que gritan y chinos que vuelcan perolos gigantes con líquido en mitad de la calle, nos dirigimos a otra zona más tranquila en la que abundan las abarrotadas tiendas de souvenirs y regalos para turistas.

Wangfujing Snack Street

Abandonamos Wangfujing y nos vamos andando hasta la Plaza de Tian'anmen para ver la iluminación nocturna, pero al llegar nos encontramos una zona prácticamente desierta y poco iluminada en la que además no se puede entrar.

Wangfujing Snack Street

Hace tiempo que la noche cayó sobre la capital China, así que decidimos ir a cenar en un KFC (29 yuan cada menú) situado en esta misma plaza antes de volver al hotel.

Después de cenar y de camino al metro tenemos un "incidente" con un extraño personaje que parece seguirnos desde que uno de nosotros le da unos yuanes a un mendigo.
Cuando conseguimos darle esquinazo nos metemos en el metro y vamos directos al hotel tras hacer una breve parada en el banco del día anterior para sacar dinero.

Antes de irnos a dormir, nos bajamos los portátiles a la terraza del hotel para mirar la previsión del tiempo y revisar los mails de los hoteles que hemos sacado y el itinerario mientras comentamos las anécdotas y experiencias de estos dos primeros días de viaje.

En la mesas cercanas escuchamos hablar en castellano a un par de grupos con los que acabamos entablando conversación.
Al contrario que nosotros, ellos están terminando su viaje, por lo que aprovechamos para intercambiar impresiones sobre lo que han visto y recabar información actualizada y de primera mano de la zona de Yangshuo y los lugares interesantes para visitar por allí, ya que es una de las partes del viaje que menos habíamos mirado.

Tras una agradable charla nos subimos a las habitaciones para ducharnos y quitarnos el sudor acumulado y el pestazo a fritanga del mercado de los bichos antes de irnos a dormir.

Al día siguiente nos esperaba nuestro primer contacto con los trenes chinos y una ciudad medieval que nos sorprendió muy gratamente...



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