Perú: Lima y fin del viaje al país de los Incas ~ PhotoViajeros - Los relatos de mis Viajes, Rutas y Escapadas

Perú: Lima y fin del viaje al país de los Incas

Llegó el último día de viaje por el sur de Perú. Este fue un día triste por el viaje que terminaba, pero a la vez un día para reflexionar y recordar con alegría todo lo que nos llevábamos de vuelta a casa. Paisajes de ensueño, naturaleza desbordante, un legado cultural apabullante y muchas experiencias inolvidables nos acompañarán durante el resto de nuestra vida y nos harán recordar con nostalgia las tres semanas que pasamos en este maravilloso país.

Pero bueno, antes de cerrar la maleta y subir al avión, todavía teníamos por delante una jornada completa en la que visitaríamos buena parte del casco antiguo y del barrio de Miraflores.

Plaza de Armas de Lima

A continuación puedes leer el relato completo del último día de viaje y la vuelta a España...


Presupuesto del día (precios verano de 2013):

  • Taxi Hostal - Plaza de Armas de Lima: 8 soles (total 4 personas)
  • Iglesia de San Francisco: 3,5 soles
  • Perrito caliente en calle comercial Jirón de la Unión: 2 soles
  • Comida en Restaurante Tanta: 233 soles (total 4 personas)
  • Taxi Plaza de Armas - Barrio de Miraflores: 15 soles (total 4 personas)
  • Regalos varios: 85 soles
  • Cerveza Cuzqueña: 8 soles
  • Cena en Burger King: 16 soles
  • Taxi Barrio de Miraflores - Hostal Las Camelias: 12 soles (total 4 personas)
  • Taxi Hostal Las Camelias - Aeropuerto: 35 soles (total 2 personas)

Total presupuesto para 1 persona: 199 soles (55,30€ aproximadamente)
Tasa de cambio utilizada: 1€=3,6 soles

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A las 7:45 de la mañana sonó el despertador. Esta sería la última vez que escucharíamos ese desagradable sonido que durante todo el año marca el inicio de un nuevo día de trabajo y que nos arranca en contra de nuestra voluntad de la cama, pero que sin embargo, durante las vacaciones es un sonido celestial que marca el comienzo de un nuevo día plagado de lugares increíbles por descubrir y momentos inolvidables que vivir.
Aunque el despertador no hubiese sonado no habría pasado nada porque llevábamos despiertos un buen rato, y es que un pavo real que vivía en el tejado de una casa situada a menos de 50 metros de nuestra ventana llevaba cantando más de una hora...

Tras desayunar y coger lo imprescindible para pasar todo el día recorriendo las calles de Lima, paramos un taxi en una de las calles aledañas al hostal donde nos alojábamos y le pedimos que nos llevase hasta la Plaza de Armas de Lima, dónde comenzaríamos nuestro paseo por la ciudad.

Después de un corto trayecto de apenas 20 minutos y que nos costó 8 soles llegamos a nuestro primer destino de la mañana. De nuevo paseamos tranquilamente por la principal plaza de la capital peruana, rodeada por edificios tan importantes como la Catedral de Lima, una gran joya de la arquitectura colonial construida en 1535 sobre los restos de un templo dedicado al Sol o “Inti”.

Catedral de Lima

Junto a la Catedral se puede observar la espectacular fachada neocolonial del Palacio Arzobispal, en la que destacan sus dos balcones realizados en madera de cedro. En su interior se puede contemplar una extensa colección de pinturas, esculturas y ornamentos religiosos procedentes de diferentes templos de la ciudad.
Tanto la Catedral (10 soles) como el Palacio Arzobispal (20 soles) se pueden visitar individualmente previo pago de la entrada correspondiente, aunque también existe una entrada combinada que cuesta 30 soles.

Palacio Arzobispal de Lima

Antes de seguir visitando esta plaza con más detenimiento nos acercamos hasta la cercana Basílica y convento de San Francisco, que abría sus puertas a las 9:30 y a dónde nos dirigimos para descubrir sus sorprendentes y misteriosas catacumbas, que están consideradas como el cementerio más importante de la Lima virreinal.

convento de San Francisco de Lima

Este complejo arquitectónico consta de tres partes: el convento, la iglesia y las catacumbas. De todos ellos, sólo se pueden visitar la iglesia y las catacumbas entre las 9:30 y las 17:30. El precio de la entrada es de 7 soles para los adultos y 3,5 soles en el caso de ser estudiantes.

Con el precio de la entrada se incluye un guía con el que realizamos un recorrido de aproximadamente una hora por diferentes salas del convento ahora reconvertidas en museo y con el que también pudimos ver varios claustros adornados con azulejos sevillanos, la biblioteca, la sacristía o el refectorio, dónde se encuentra un enorme lienzo de la Última Cena que data de las primeras décadas del siglo XVII.

Esta primera parte del recorrido es un interesante aperitivo para lo que venía a continuación, y es que la inmensa mayoría de los que realizan esta visita guiada lo hacen para adentrarse en un gigantesco osario situado bajo la basílica en el que supuestamente están depositados los huesos de más de 25000 personas.

Un enorme complejo de criptas y galerías abovedadas se extiende a lo largo de un recorrido del que tan sólo se visita una parte, ya que se cree que existen más pasajes secretos que conectan mediante pasadizos subterráneos con la catedral y otras iglesias cercanas.

Mientras íbamos caminando por las catacumbas, pudimos ver todo tipo de sepulcros independientes (muchos de ellos abiertos), aunque lo realmente espeluznante eran unos pozos de 10 metros de profundidad en los que se apilaban de una manera "decorativa" centenares de cráneos y fémures, los huesos más resistentes del cuerpo humano.

Estas catacumbas se utilizaron desde el siglo XVII hasta principios del siglo XIX. Posteriormente quedaron tapiadas y abandonadas hasta que, en 1950 y tras varios años de excavaciones y trabajos de limpieza, fueron abiertas al público.

El acceso con cámara de fotos o videocámaras está prohibido, así que os dejo un enlace con imágenes para que os hagáis una idea de lo que podréis ver allí: Catacumbas de San Francisco de Lima

Después de esta curiosa visita regresamos a la Plaza de Armas, dónde pudimos contemplar el Cambio de Guardia a eso de las 11:30 en el patio del Palacio de Gobierno (también conocido como Casa de Pizarro), dónde tiene su residencia oficial el Presidente del estado Peruano.

Palacio de Gobierno de Lima

Frente a la Catedral y a la derecha del Palacio de Gobierno se encuentra el Palacio Municipal de Lima, dónde tiene su sede el ayuntamiento de la capital peruana o como ellos lo llaman la "Municipalidad Metropolitana de Lima".

Palacio de Gobierno de Lima

Continuamos el recorrido por la calle comercial en la que estuvimos paseando la noche anterior, Jirón de la Unión, dónde aproveché para comerme un perrito caliente por tan solo 2 soles. Al llegar a la calle peatonal de Jirón Ucayali nos adentramos por ella hasta llegar al Museo del Banco Central de Reserva del Perú o simplemente Museo BCRP para abreviar.

La entrada es gratuita y puede visitarse en los siguientes horarios:

  • Martes, jueves y viernes de 10:00 a 16:00
  • Miércoles de 10:00 a 19:00
  • Sábados y domingos de 10:00 a 13:00

Este museo ubicado en el edificio dónde tuvo su sede del Banco Central de Reserva del Perú cuenta con varias salas de exposición que abarcan un periodo de más de 1000 años de la historia peruana contados a través de numerosas piezas de oro precolombino, cerámicas y textiles de todas las regiones del país que provienen de las culturas Moche, Inca, Lambayeque, Nazca o Chimú (entre otras).

Continuamos caminando por la misma calle contemplando algunas casas y palacetes coloniales, iglesias como la Basílica de San Pedro y una zona de la ciudad en la que prácticamente no nos cruzamos con ningún otro turista. Lo único que había eran limeños en su día a día regentando pequeñas tiendas de ropa, peluquerías, zapaterías, tiendas de abarrotes (ultramarinos), o dejando impolutos los zapatos de algún cliente en este tradicional quiosco de limpiabotas.

Lima

Al final de esta calle llegamos al Mercado Central, el mayor de la ciudad (y dicen que de todo Perú), y aunque seguramente habrá vivido mejores épocas porque en general está bastante descuidado, es todo un deleite para los sentidos. Bueno para todos excepto para el olfato ;)

Mercado Central de Lima

Este mercado central sustituyó al existente en la ciudad desde su creación en 1535 y que estaba situado en la Plaza de Armas. Tras varios traslados, en 1851 se construyó en la ubicación actual el definitivo Mercado Central de Lima, que ocupa una manzana completa y que tiene tiendas tanto dentro como en todo su perímetro exterior.

En su interior, un elevado número de tiendas o puestos se distribuyen por tipos de productos, siendo los más singulares las fruterías y los puestos de tubérculos y verduras.

Mercado Central de Lima

También son numerosos los puestos "ilegales" (o al menos eso es lo que a nosotros nos pareció) y que estaban formados por un taburete y un dependiente que, apostado en un callejón cualquiera o en la confluencia de dos pasillos, intentaba vender su producto, normalmente exhibido sobre un par de cajas o directamente en un saco.

Mercado Central de Lima

Si la planta baja está dedicada casi al completo a la venta de víveres y pequeños puestos en los que se sirve comida, la planta alta tiene una mezcla más heterogénea de tiendas que van desde la venta de productos de limpieza hasta tiendas de moda, pasando por puestos de pequeños electrodomésticos y productos que encontraríamos aquí en España en las tiendas de "Todo a 1€".

No obstante, en esta segunda planta también encontramos un pasillo dedicado en exclusiva a la venta de aves de corral...

Mercado Central de Lima

...en el que se vendían pavos vivos que miraban con una mezcla de pánico y desconfianza a los propietarios de los puestos cada vez que se acercaban a ellos, y no es para menos, ya que suspendidos a escasos centímetros de sus cabezas colgaban boca abajo los cuerpos desplumados y sin vida de sus "primos" y "hermanos".

Mercado Central de Lima

Tras un recorrido de aproximadamente 45 minutos por el mercado, salimos al exterior para seguir viendo tiendas de todo tipo mientras nos dirigíamos al barrio chino de Lima, situado a tan solo unos pasos de allí en la calle Capón.

A lo largo de esta pequeña calle peatonal de apenas 200 metros se agolpan infinidad de comercios cuya cartelería contiene los conocidos caracteres chinos escritos en colores dorados y negros, farolillos rojos, construcciones de estilo oriental y una amplia variedad de Chifas, restaurantes típicos peruanos que mezclan la cocina china con la criolla propia del Perú.

Aunque cualquiera de estos Chifas hubiese sido un buen lugar para comer, decidimos volver hasta la Plaza de Armas para darnos un pequeño capricho gastronómico en uno de los restaurantes más conocidos de Lima: el Tanta.

Está situado en el Pasaje de Santa Rosa, a espaldas del Palacio Municipal de Lima y frente al punto de información turística del centro histórico.

Pedimos una degustación de ceviches, que consiste en un plato con diferentes tipos de pescados y mariscos marinados en cítricos. Delicioso.

Ceviche

Otro de los platos que pedimos para compartir fue un típico de la gastronomía limeña: la causa limeña, un plato compuesto por pollo, palta, tomate, huevo, mayonesa y crema huancaína. Otro manjar para chuparse los dedos.

Causa Limeña

Para completar la comida cada uno pedimos un segundo plato diferente que como no, también terminamos probando. Un ají de gallina, un plato de Chifa o un lomo al wok con verduras salteadas, ají, patatas y arroz con choclo fueron los elegidos.

Gastronomía peruana

Como colofón, un par de postres para compartir y un Pisco Sour para cada uno con el que brindamos por haber conseguido completar sin ningún contratiempo este viaje por el sur de Perú que comenzamos a preparar por nuestra cuenta meses atrás.

El importe total de esta comida ya con la bebida incluida fue de 233 soles, unos 65€. Es un precio mucho más elevado que en el resto de lugares en los que comimos a lo largo del viaje, pero nada inalcanzable para alguien que se cruza medio mundo en avión y se pasa 21 días recorriendo y visitando un país como Perú.

Tras reposar unos instantes la comida cogimos un taxi en las inmediaciones de la Plaza de Armas para que nos llevase hasta otro de los barrios más visitados por los turistas que viajan hasta Lima, el barrio de Miraflores.

30 minutos más tarde y con 15 soles menos en el bolsillo llegamos hasta el centro comercial Larcomar, ubicado sobre los acantilados de Lima y con unas excelentes vistas sobre algunas playas de la ciudad y el Océano Pacífico.

Barrio de Miraflores en Lima

Allí aprovechamos para pasear por el malecón y el paseo marítimo contemplando las tranquilas aguas del océano y la siempre presente neblina limeña...

Playas de Lima

...antes de adentrarnos por la avenida José Larco en busca de los Mercados de artesanía de Miraflores, en los que teníamos la intención de pasar el resto de la tarde y terminar de comprar los recuerdos y regalos de nuestro paso por Lima y Perú.

Ahora mismo no sabría deciros en cuantos entramos, sólo que pasamos más de 3 horas buceando entre camisetas, figuras de todos los dioses incas, tazas, monederos, llaveros, platos y sobre todo, mil y un productos textiles hechos con lana de alpaca.
Sólo recuerdo el nombre de dos de estos mercados (y porque rebuscando entre los papeles del viaje a Perú han aparecido las facturas de algunas de las cosas que compré allí). Son Inka Plaza y el Mercado Indio, ambos situados en la Avenida Petit Thouars, muy cerca del Óvalo de Miraflores.

Cuando nos cansamos de comprar y regatear en cada uno de los puestos nos acercamos hasta el Parque central de Miraflores y el parque Kennedy, dónde nos sentamos tranquilamente en una terraza a tomarnos unas cervezas.

Como ya nos quedaban pocos soles y no íbamos a cambiar más, juntamos lo que nos había sobrado de nuestras compras en las tiendas de artesanía y conseguimos lo justo para cenar unas hamburguesas en el Burger King.

Nada más terminar cogimos un taxi hasta el hostal (12 soles), dónde Chema y yo terminamos de preparar las maletas antes de hacer el check out.

Nuestro vuelo salía a las 0:20 de la madrugada, pero Bea y Jesús volaban a las 6:30, así que ellos todavía tendrían que pasar una noche más en Lima.

Cuando apareció el taxi que habíamos pedido en el hostal llegó el momento de las despedidas. Fue una sensación muy extraña subir al taxi sólo dos personas y ver alejarse a través de la ventanilla trasera la silueta de Bea y Jesús. Habían sido 20 días en los que no nos habíamos separado ni un sólo momento, y de repente, el viaje terminaba para todos, pero cada uno volvía en un vuelo diferente.

Una mezcla de nostalgia y tristeza por el viaje que terminaba inundó de un silencio sepulcral la mayor parte del recorrido en taxi hasta el aeropuerto. Mientras atravesábamos calles y avenidas iluminadas por la luz anaranjada de las farolas me vinieron a la mente decenas de recuerdos del viaje. Cada fogonazo de luz al pasar bajo una farola se convertía en un fotograma de algunos de los mejores momentos que habíamos vivido a lo largo del viaje, y eso me ayudó en parte a pasar el mal rato que supone el último trayecto hasta el aeropuerto, un trayecto que sabes que marca el punto y final del viaje.

Después de facturar las maletas y pasar los pertinentes controles de seguridad, hicimos tiempo paseando por la terminal y visitando algunos de los dutty free hasta la hora de partida de nuestro vuelo, las 00:20 de la madrugada.
Nada más despegar intentamos dormirnos y descansar, ya que por delante teníamos un vuelo de 8 horas hasta Nueva York y una escala de 8 horas en la ciudad de los rascacielos que queríamos aprovechar para hacer una visita rápida por algunos de los lugares en los que ya estuvimos durante el invierno de 2008.

Digo "teníamos pensado" porque al final no pudimos salir del aeropuerto al tardar más de 1:30 horas en pasar los controles aduaneros. Como dicen que no hay mal que por bien no venga, gracias a este retraso nos encontramos con nuestras maletas abandonadas en mitad de la zona de recogida de equipajes cuando salíamos dispuestos a coger un tren hasta Manhattan.
¿Pero no se suponía que la maleta no la veríamos hasta Madrid? La madre que los parió. A partir de ese momento estuvimos caminando durante más de una hora de una terminal a otra en busca de un lugar donde poder deshacernos de nuestras maletas, y es que Iberia no quería facturarnos las maletas ni hacerse cargo de ellas porque hasta que no faltasen 3 horas para el vuelo no abrirían el mostrador de facturación.

Al final nos tuvimos que conformar con ver el skyline de Nueva York a través de las cristaleras de la terminal, dónde las más de 5 horas que tuvimos que esperar hasta que por fin salió el vuelo con destino a Madrid se nos hicieron eternas.

8 horas más tarde, a eso de las 6:30 de la mañana, estábamos aterrizando en el aeropuerto de Madrid-Barajas. Habíamos vuelto a casa y Perú ya quedaba muy lejos kilométricamente hablando, pero sin embargo, la huella imborrable de las tres semanas que pasamos por el sur del antiguo reino de los Incas siempre permanecerá grabada a fuego en nuestra memoria.

Es imposible que se me olvide el atardecer sobre el lago Titicaca, el sabor del ceviche, la música de la quena que resonó en el valle del Urubamba mientras recorríamos el sitio arqueológico de Pisac, la imponente y sobrecogedora cordillera de los Andes, la sensación que provoca el soroche en todo tu cuerpo, el majestuoso vuelo del cóndor sobre el Cañón del Colca o la emoción de realizar el camino Inca y atravesar el Inti Punku para contemplar por primera vez en la vida Machu Picchu.

Si me preguntáis ¿merece la pena el viaje a Perú? os responderé que sí sin dudarlo un sólo instante, pero cuidado, porque debéis saber que cuando volváis, una parte de vosotros permanecerá unida para siempre a la pachamama, al dios inti y al resto de dioses de la cosmología andina.

Perú te atrapa y no te suelta...
Perú se mete en tu cabeza y se apodera de tu cuerpo...
Perú es la ostia!


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