Perú: Cóndores y trekking en el Cañón del Colca ~ PhotoViajeros - Los relatos de mis Viajes, Rutas y Escapadas

Perú: Cóndores y trekking en el Cañón del Colca

Son las 2:45 de la madrugada y suena el despertador.
Comenzamos el cuarto día de viaje con un enorme madrugón tras un descanso de apenas 4 horas, pero hay que ponerse en marcha porque tal y como quedamos el día anterior, a las 3:00 de la mañana un microbús se pasaría a recogernos para comenzar una excursión de dos días por el Cañón del Colca, el más profundo del planeta y hogar del ave con mayor envergadura del mundo: el emblemático Cóndor de los andes...aunque antes del amanecer deberíamos echar nuestro primer pulso al temido soroche nada más y nada menos que a 4910 metros sobre el nivel del mar ¿Conseguiríamos soportar el mal de altura?

Cañón del Colca

La respuesta en el relato completo de nuestro cuarto día de viaje a Perú:


Presupuesto del día (precios verano de 2013):

  • Gorro andino: 5 soles
  • Entrada al Cañón del Colca: 70 soles

Total presupuesto para 1 persona: 75 soles (21,40€ aproximadamente)
Tasa de cambio utilizada: 1€=3,5 soles

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A las 3:00 en punto nos avisan de que el autobús ya ha llegado. Nos abrigamos bien y salimos con la pequeña mochila en la que hemos echado lo necesario para pasar los dos días en el Colca, el resto del equipaje, lo dejamos en la recepción del hotel para que nos lo guarden hasta el día siguiente.

En el minibús de 12 plazas saludamos a varios pasajeros adormecidos y al que se convertiría en nuestro guía durante los dos días que dura la excursión: Jonathan.
Nos dice que debemos recoger algunos pasajeros más antes de empezar un viaje de 4 horas hasta nuestra primera parada, así que nos acomodamos como podemos e intentamos seguir durmiendo, pero en cada parada para recoger nuevos pasajeros, el aire helado que se cuela por la puerta nos despierta.

Una vez recogidos todos los miembros del grupo, 10 en total, el guía nos cuenta un poco cual es la planificación de los dos días, y nos advierte de que durante el camino iremos ganando altura desde los 2300 metros a los que está situada la ciudad de Arequipa hasta un máximo de 4910 metros, por lo que es posible que notemos algunos efectos del soroche o mal de altura.
Nos dice que si logramos dormirnos, prácticamente no notaremos nada, pero que si alguno nota dolor de cabeza, presión en el pecho, cansancio o sensación de ahogo le avisemos.

He de reconocer que a pesar de ir durmiendo casi todo el rato hasta la primera parada, sí que hubo varios momentos en los que me desperté con la respiración acelerada y una ligera presión en el pecho, pero no supuso mayor problema.
Cuando comenzó a amanecer ya estábamos descendiendo hacia altitudes menos problemáticas y comenzábamos a vislumbrar unos paisajes increíbles que me impidieron volver a conciliar el sueño.

Poco antes de entrar en Chivay hay que pagar 70 soles por persona en concepto de tasas de acceso al Cañón del Colca. No os tendréis que bajar del autobús, simplemente se le entrega el dinero al guía y él se encarga de sacar las entradas de todo el grupo.

Hicimos una primera parada en Yanque, dónde pudimos pasear entre puestos con algunos productos típicos como los gorros andinos, bufandas, guantes... hechos a base de lana de alpaca. Con el frío que hacía a ver quién no se compraba un gorro por 5 soles (1,40€).
Este fue el lugar dónde vimos por primera vez la vestimenta típica de los andes y los primeros ejemplares de llamas y alpacas.

Cañón del Colca

En los poco más de 20 minutos que duró esta primera parada aprovechamos para ver la iglesia del pueblo...

Cañón del Colca

...y contemplar unas danzas típicas alrededor de la fuente situada en la plaza principal.

Cañón del Colca

Volvimos al autobús y regresamos hasta Chivay, dónde dimos buena cuenta de un desayuno a base de tostadas con mantequilla y mermelada, maíz tostado (que encontraríamos como acompañante en mil y un platos a lo largo de todo el viaje), café y una bebida típica peruana, la chicha de maíz.

Reemprendimos la marcha y a los pocos kilómetros la carretera asfaltada dio paso a una pista de tierra en la que de vez en cuando había que sortear algunas avalanchas de rocas que todavía no se habían podido retirar del camino, atravesamos varios arroyos y nos adentramos en un túnel dónde era tal la concentración de polvo en suspensión que sin exagerar lo más mínimo, la visibilidad no era mayor de 2 metros.

Tras 30 minutos dando botes y agitados dentro del minibús como si estuviésemos en una coctelera llegamos al mirador de la Cruz del Cóndor, dónde Jonathan nos da una pequeña explicación de 5 minutos antes de dejarnos la siguiente hora libre para intentar avistar a los cóndores que normalmente sobrevuelan esta zona del cañón.

Aquí ya nos encontramos cara a cara con impresionantes montañas que parecen ser más pequeñas de lo que realmente son, pero claro, estar a 3300 metros de altura puede llevar a engaño. Los picos con nieves perpetuas de enfrente se elevan hasta los 5000 metros de altura, mientras que el fondo del cañón, se sitúa 1200 metros por debajo de nuestra cota. Espectacular.

Cañón del Colca

Cañón del Colca

A partir de este momento, conseguimos hacernos un hueco en primera fila del mirador y nos pusimos a esperar a que apareciese el Cóndor, pero pasaban los minutos y no había suerte.
De repente, se escuchó un murmullo generalizado y el sonido de decenas de cámaras de foto disparando a diestro y siniestro se convirtió en la banda sonora que acompañaba al acompasado vuelo de un solitario cóndor que sobrevolaba majestuoso el Cañón del Colca.

Cañón del Colca

A éste pronto se le unieron varios ejemplares más, que estuvieron exhibiéndose ante un numeroso público durante más de 15 minutos.

Cañón del Colca

Es realmente increíble contemplar un animal de 1,5 metros de altura, 3m. de envergadura y hasta 15 kg de peso sobrevolar un profundo cañón sin batir prácticamente sus alas, aprovechándose únicamente de las corrientes de aire que se producen en este lugar único en el mundo que se ha convertido en uno de los mayores hábitats de estas enormes aves carroñeras en peligro de extinción.

Cañón del Colca

Al final del artículo os dejo un vídeo resumen en el que podréis contemplar, entre otras cosas, el vuelo del Cóndor.
Satisfechos con esta exhibición del Cóndor, volvimos hacia el autobús...

Cañón del Colca

...pero como todavía nos quedaban libres unos minutos aprovechamos para pasear entre los puestos de artesanías andinas, que por cierto, duplicaban e incluso triplicaban los precios con respecto a los que habíamos visto a primera hora de la mañana en Yanque.

Cañón del Colca

Ya en el minibús, Jonathan comenta con nosotros que hemos tenido mucha suerte, porque hay días en los que resulta imposible contemplar al cóndor, y que algunos turistas se van enfadados echándole la culpa a los guías.

15 minutos más tarde llegamos a Cabanaconde, el lugar desde el que iniciaremos el trekking hasta el fondo del cañón.
A esta hora, las 9:30 de la mañana aproximadamente, el calor empieza a ser algo intenso, así que nos quedamos en manga corta y nos embadurnamos bien de protector solar (recordad que estamos a más de 3000 metros de altura).

Antes de comenzar el descenso, nos aprovisionamos de agua y barritas energéticas. El agua es indispensable, ya que a medida que vamos bajando el calor se hace algo insoportable, pero además, hay que hidratarse bien para no sufrir el mal de altura o soroche.

El trekking comienza en la plaza de armas de Cabanaconde, desde donde partimos rumbo al Cañón del Colca atravesando las terrazas y campos de cultivo situados en las afueras del pueblo.

Cañón del Colca

Hay varias rutas para bajar hasta Sangalle (el fondo del cañón), siendo las más normales las que vienen desde las localidades de San Juan de Chucho, Malata o Cosñinhua.
A causa de los desprendimientos provocados por los temblores que se habían sentido en esta región días atrás, esas rutas no estaban operativas (según nos habían comentado en algunas agencias el día anterior), así que nosotros haríamos el mismo camino tanto a la ida como a la vuelta.

Cuando llegamos al lugar que marcaba el inicio del descenso vimos que el camino iba a ser duro. 1200 metros de desnivel que tendríamos que superar bajando por rampas de arena suelta y tramos con bastante inclinación, todo ello bajo un implacable sol que amenazaba con hacernos pasar mucho calor y después de un gran madrugón, un viaje por carreteras/caminos de casi 4 horas y con la amenaza siempre latente del soroche.

Antes de empezar a bajar nos hicimos una foto de grupo donde todos estábamos sonrientes y confiados. Nada que ver con las caras y el estado de ánimo que tendríamos todos 3:30 horas más tarde. Allí estábamos los 4 españoles junto con una pareja de holandeses, otra de canadienses, 2 francesas y un guía peruano que se descojonaba de nuestras quejas y decía que no era para tanto, que tan solo eran 5 kilómetros hasta el fondo.

Cañón del Colca

A los pocos minutos de empezar y con el zoom de la cámara al máximo pudimos ver por primera vez nuestro objetivo y algunos tramos del camino por el que iríamos pasando.

Cañón del Colca

Rodeados por un paisaje de altas montañas, cada cierto tiempo nos deteníamos para contemplar el cañón y disfrutar con las vistas...bueno y también para descansar jeje.

Cañón del Colca

En otros momentos teníamos que andar con mucho cuidado y pegarnos literalmente a la pared. Los temblores de días anteriores también habían producido algunos corrimientos de tierra y habían hecho desaparecer algunos tramos del camino, reduciéndolo en algunos puntos a un simple sendero de poco más de medio metro de ancho.
Paradas para beber, descansar y recuperar las fuerzas se sucedían cada vez con más frecuencia, y es que el calor del mediodía mientras caminábamos encajonados en un profundo cañón era realmente intenso. De nuevo el clima peruano nos sorprendía con una marcada diferencia entre las temperaturas nocturnas y diurnas, algo que comentamos entre nosotros y con otro grupo de españoles con los que compartimos parte del descenso pero que se alojaban en otros bungalows.

Cañón del Colca

Cuándo ya llevábamos recorrido más de la mitad del camino y mirábamos hacia abajo seguíamos viendo demasiado lejos nuestro destino final, lo que nos desanimaba y empezaba a ponernos de mal humor.
Tampoco ayudaba mucho encontrarnos a otros grupos que habían partido antes que nosotros planteándose si continuaban o volvían hasta Cabanaconde, una chica con un ataque de ansiedad, otros que parecían afectados por el soroche, gente con golpes de calor...y Jonathan riéndose y diciendo que íbamos muy despacio.

Cañón del Colca

Al final, sobre las 13:00 conseguimos llegar a Sangalle. Una vez allí buscamos el lugar dónde pasaríamos la noche, que se llamaba "Oasis el cielo".
Algunos miembros del grupo llegaron con más de 30 minutos de retraso respecto a nosotros, y es que sobre todo una pareja de canadienses lo pasaron realmente mal por culpa del calor. Cansados, sudando como cerdos, con los pies ardiendo y un tembleque de piernas producido por el esfuerzo realizado, los 10 senderistas celebramos la llegada a este lugar como una gran hazaña.

Cañón del Colca

Tras hacer el reparto de los bungalows teníamos libres unos 30 minutos hasta la hora de la comida, así que cuando conseguimos quitarnos con espátula la camiseta y los pantalones empapados en sudor, nos pusimos el bañador y nos tiramos de cabeza a la pequeña piscina de nuestro complejo.

Cañón del Colca

Desde allí, se podía ver perfectamente el lugar donde comenzamos el descenso en lo más alto de la montaña, 1200 metros por encima de nuestras cabezas...

Cañón del Colca

...lo que nos tenía a todos bastante asustados de cara al día siguiente, ya que el camino de vuelta era exactamente el mismo que acabábamos de terminar.
Parece mentira la capacidad de recuperación del cuerpo humano, pero tan solo cambiarnos de ropa y un relajante chapuzón en la piscina nos había recargado a todos las pilas.
Mientras comíamos estuvimos comentando con el resto del grupo y nuestro guía si la subida iba a ser tan dura como la bajada, pero Jonathan se limitaba a contestar que no tanto, aunque la cara que ponía nos hacía pensar lo contrario.

Después de comer tuvimos un rato libre que aprovechamos para tumbarnos a descansar en las rudimentarias pero acogedoras casas de barro cuyo único contenido eran 2 camas, una mesilla de noche y una bombilla que sólo alumbraría hasta las 21:00, por lo que es indispensable que echéis una linterna o frontal en vuestra mochila.

Cañón del Colca

A última hora de la tarde, Jonathan nos propuso acercarnos hasta el río colca para hacer una actividad en una balsa hinchable. Pensábamos que íbamos a hacer algo de rafting, pero el guía no soltaba prenda. Le preguntamos si podíamos ir con chanclas y nos dijo que sí, sin ningún problema.
De nuevo había mentido, porque el camino por el que tuvimos que ir estaba lleno de zarzas, zonas llenas de arena, piedras y hasta tuvimos que hacer una pequeña trepada por las rocas. ¡Pa habernos matao!

Al final y después de tanto misterio, la actividad consistía en subirse a una balsa hinchable de uno en uno junto con Jonathan y otro miembro del complejo dónde estábamos alojados para remar un poco por una laguna de apenas 30 metros de largo.
Menos mal que esta absurda actividad se compensó con el paisaje del lugar en el que estábamos y el poco arte para remar de los dos balseros, que hacían girar la balsa de manera descontrolada de manera que en alguna ocasión estuvimos a punto de continuar con la corriente del colca río abajo, lo que nos sirvió para echarnos unas risas con el resto del grupo.

Volvimos a los bungalows cuando ya estaba anocheciendo, pero como tampoco había mucho más que hacer, me puse el bañador y me di otro baño en la piscina, que a esta hora tenía el agua mucho más caliente que cuando llegamos a mediodía.
El tiempo restante hasta la hora de la cena lo aprovechamos paseando por los alrededores y tumbados en hamacas contemplando una porción del espectacular cielo estrellado que se recortaba contra la silueta de las imponentes montañas que nos rodeaban.
Así estuvimos más de media hora bajo la atenta mirada de miles de puntos blancos, intentando localizar alguna constelación y contando las estrellas fugaces que atravesaban sin cesar ese trocito de cielo del hemisferio sur que contemplábamos atónitos desde lo más profundo del cañón del colca.

Temprano, a eso de las 20:00 llegó la hora de la cena, a la que tuvimos que ir bien abrigados porque la temperatura ya había empezado a caer en picado. Durante la misma, Jonathan nos contó los planes para el día siguiente y nos advirtió de que nos fuésemos pronto a dormir, porque al día siguiente tendríamos que madrugar de nuevo para afrontar el ascenso antes del amanecer.

Para no volver a sufrir por culpa del peso de las mochilas, el guía nos ofreció la posibilidad de contratar una mula que se encargaría de subir las mochilas hasta Cabanaconde, haciendo más ligero y sencillo el ascenso. Al final cogimos una mula entre todos los miembros del grupo, y el precio aunque no lo recuerdo exactamente, creo que fueron unos 90 soles en total a repartir entre los 10.

Antes de acostarnos, una visita al baño comunitario y un último vistazo al cielo estrellado pusieron el punto y final a nuestro primer día en el Cañón del Colca a la espera del temido ascenso del día siguiente.
A las 5:00 de la mañana y guiados únicamente por la luz de nuestros frontales, comprobaríamos si de nuevo tocaba sufrir o si por el contrario el camino de vuelta iba a ser más llevadero que el descenso...

A continuación os dejo el vídeo resumen de esta primera jornada en el Cañón del Colca:



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