Amanece un nuevo día en Yangshuo. Desayunamos y le pedimos a la gente del hotel que nos acerquen hasta el final de West Street para encontrarnos con Esther y comenzar a pedalear en busca de nuevos paisajes y lugares similares a los que el día anterior nos dejaron con la boca abierta.
Sobre la marcha decidiremos ir hasta el parque de Shangri-la, una decisión que nos hará sufrir más de lo deseado pero que acabará compensando en parte al regalarnos estampas como esta:
Sigue leyendo para conocer el relato completo del duodécimo día de viaje a China...
Puntual como siempre, Esther nos estaba esperando a la entrada del callejón donde el día anterior alquilamos las bicicletas. A los pocos minutos ya estábamos de nuevo en marcha pedaleando en dirección a las afueras de Yangshuo.
Antes de abandonar la civilización, hicimos una parada en una tienda de comestibles para aprovisionarnos de agua, refrescos y alguna que otra cosa para comer.
Pronto el asfalto y los edificios dieron paso a colinas verdes y enormes arrozales inundados...
...pero al cruzar cualquier puente sobre el río Yulong, decenas de balsas de bambú se amontonaban en los márgenes recordándonos que estábamos en una zona muy turística donde la mayoría de agencias llevaban a sus clientes para que se divirtiesen recorriendo parte del río practicando el famoso "Bamboo Rafting".
Unas 2 horas después de haber empezado el recorrido en bicicleta aprovechamos una parada para hablar con Esther y proponerle que nos llevase hasta Shangri-la, un lugar que habíamos visto en unos panfletos del hotel donde estábamos alojados y que tenía muy buena pinta.
No sé si sería por culpa del idioma o porque Esther vio una oportunidad de sacarse un dinero extra con las entradas a Shangri-la, pero la cosa es que durante la siguiente hora u hora y media estuvimos circulando por el arcén de una carretera de doble sentido que encima tenía una suave pero continua pendiente ascendente.
Calor, coches circulando a más de 80 km/h que nos pasaban casi rozando y 6 personas poco acostumbradas a montar en bicicleta formaron un cóctel explosivo que provocó que uno de los miembros del grupo acabase echando las tripas en la cuneta mientras que el resto llegamos a las puertas de Shangri-la medio deshidratados, enfadados y con un cansancio más que considerable.
Mientras tanto, nuestra guía estaba como si hubiese recorrido 300 metros. La camisa un poco sudada pero pocos signos de agotamiento tan visibles y evidentes como los nuestros.
Tras lanzarle algunas miradas asesinas a Esther por no habernos avisado de la paliza en bicicleta que nos esperaba ni de la peligrosidad del camino, nos dirigimos a las taquillas para sacar las entradas.
En total 80 yuanes por persona, unos 10€, un precio muy elevado que acabamos pagando por darle algún sentido a la paliza que nos acabábamos de dar.
Aprovecho para hacer un inciso en el relato del duodécimo día de nuestro viaje a China para aconsejaros que si queréis visitar Shangri-la lo hagáis en autobús local (7 yuan por trayecto desde Yangshuo) o en alguna excursión. No merece la pena pegarse la paliza de subir en bicicleta hasta aquí.
Además, a pesar de contar con unos paisajes muy chulos, es preferible ver algo más real y menos orientado al turista. No obstante, si contáis con 2 o 3 horas libres algún día después de visitar Yangshuo y recorrer sus alrededores en bicicleta, sí que merece la pena.
También nos enteramos mediante foros y webs que el precio de la entrada suele rondar los 60 yuanes por persona, así que informaros bien antes de contratar alguna excursión o de ir por vuestra cuenta.
Tras este inciso continúo con el relato...
Ya con la entrada en la mano, accedimos al parque y lo primero que hicimos fue caminar hasta un muelle donde nos montamos en un bote con una guía que empieza a darnos explicaciones de los paisajes, las construcciones que nos rodean y las "tribus" que viven en la zona.
Seguimos el recorrido por un tranquilo canal del río Yulong en cuyas orillas podemos encontrar desde remotos embarcaderos...
...a supuestos Totem de madera de las tribus cercanas...
...o embarcaciones cubiertas como esta que además tenía una vistosa y gigantesca vela roja.
Hasta aquí todo bien, el paseo en barco es agradable, los paisajes que nos rodean espectaculares, y los elementos decorativos que salpican los márgenes son bonitos e interesantes, pero de repente un escenario en mitad de la nada rompió por completo toda la magia y tranquilidad del lugar.
Un grupo de 10 o 12 "indígenas" esperaban sentados a que se acercasen los barcos para comenzar repentinamente unas "danzas tribales" acompañadas por una música estruendosa que terminaban en cuanto el barco comenzaba a alejarse, volviendo a quedar los "indígenas" sentados y fumando a la espera del siguiente lote de turistas.
El espectáculo fue lamentable, pero no llegó a superar el que vimos, también desde un barco, en la excursión de 2 ríos y 4 lagos de Guilin.
Entre la paliza de las bicicletas y el recorrido por esta especie de parque temático de los paisajes chinos, no habíamos prestado atención a la hora, pero el cielo se encargó de recordarnos que había llegado el mediodía.
Primero fueron unas gotas dispersas, pero pronto a esas gotas se unieron centenares, miles de gotas más que vinieron acompañadas de ráfagas de viento y truenos que rebotaban hasta el infinito por cada una de las montañas de los alrededores. Con este panorama, sólo nos quedaba esperar pacientemente bajo los techos de madera de uno de los puentes que bordean el pequeño lago dónde se encuentra el parque.
Tras el aguacero, aprovechamos para hacer algunas fotografías más antes de darnos una vuelta por un laberíntico edificio en el que se pueden visitar diversos talleres de artesanía y como no, comprar alguno de los productos que fabrican.
A pesar del mosqueo inicial y de ser un lugar muy pensado para el turista, hay que reconocer que está rodeado por un paisaje espectacular y que han logrado una fusión muy muy acertada entre la arquitectura tradicional china y la naturaleza.
A la salida nos encontramos con Esther y cogimos de nuevo las bicicletas para continuar visitando los alrededores de Yangshuo.
Era la hora de la comida, así que le pedimos que nos llevase a un restaurante que no estuviese muy lejos dónde pudiésemos comer bien por un precio ajustado, vamos lo que viene siendo un sitio bueno, bonito y barato.
Recorrimos un tramo de la carretera por la que habíamos venido pero en sentido contrario, así que cuesta abajo y sin tanto calor gracias al chaparrón que acababa de caer, no se nos hizo tan duro y pesado como antes.
Unos pocos kilómetros después cogimos un camino de tierra por el que en menos de 15 minutos nos plantamos en un restaurante situado junto al cauce del río Yulong.
Allí comimos rico y barato. En total fueron 168 yuanes (21€) por los 6, unos 3,5€ cada uno.
Con el paso de las horas el día seguía mejorando y la paliza ciclista de la mañana empezaba a convertirse en un lejano recuerdo mientras nos perdíamos de nuevo entre parajes recónditos...
...arrozales y campos de cultivo situados en mitad de la nada.
Según nos íbamos acercando a Yangshuo la mano del hombre empezaba a ser más notoria, pero aun así la belleza de los paisajes que nos rodeaban no menguaba y seguía regalándonos imágenes como estas:
A poca distancia de Yangshuo hicimos una última parada en una casa típica de la zona en la que nos explicaron el tipo de arquitectura y estructura usada, la distribución de las habitaciones y demás estancias de la casa e incluso pudimos conocer un poco más sobre el día a día de los campesinos que viven y trabajan en esta zona de China.
Cuando el sol comenzó a ocultarse bañando todo de una intensa luz anaranjada, comenzamos a recorrer los últimos kilómetros hasta Yangshuo para poner fin a otro de esos días en que los paisajes y lugares visitados se quedan grabados para siempre en la retina.
Allí entregamos las bicicletas y nos inmortalizamos en una foto de grupo junto a Esther, una mujer pequeñita pero de una extraordinaria fortaleza física que parecía llegar de un corto paseo en bicicleta mientras que nosotros terminamos reventados y con manchas de barro hasta las orejas.
Este segundo día volvimos a pagar 300 yuanes por todo el día más una propina de otros 300 yuanes. En total 600 yuanes (75€) entre los 6 que hicieron más que feliz a Esther y que a nosotros tampoco nos supuso un coste nada elevado en comparación con todo lo que habíamos visto y vivido durante los dos días y medio anteriores.
Antes de la triste despedida de nuestra guía, dejamos nuestro comentario en la libreta que días antes nos había entregado con los comentarios y opiniones de otros españoles que habían dejado en manos de Esther la planificación de sus días en Yangshuo, así que si tenéis la suerte de encontraros con ella, allí encontraréis nuestro comentario.
Os dejo sus datos por si alguno está interesado en contactar con ella antes de ir o cuando lleguéis a Yangshuo.
Mientras nos despedíamos, le preguntamos si sabía cuántos kilómetros nos habíamos hecho con la bicicleta durante el día de hoy, y tras unos rápidos cálculos mentales nos respondió que unos 38 km.
De vuelta a Madrid y mediante Google Maps, hice un cálculo aproximado de la ruta que habíamos hecho en bicicleta y el resultado fue de 45 kilómetros, así que prácticamente clavó la distancia, otra prueba más de que esta guía se conoce los caminos y alrededores de Yangshuo como la palma de su mano.
Antes de marcharnos por la mañana se nos olvidó quedar con la gente del hotel a una hora concreta para que nos fuesen a recoger a la ciudad, así que nos fuimos caminando desde Yangshuo hasta el hotel durante unos 45 minutos.
Tras ducharnos y deshacernos de la ropa sudada y llena de barro que prácticamente se había convertido en una segunda piel, nos fuimos a la cafetería-bar-restaurante-chiringuito de copas del hotel y pedimos algo para cenar allí mismo.
De nuevo tuvimos algunos problemas a la hora de realizar el pedido, pero esta vez todo se solucionó mucho más deprisa y terminamos viendo la final individual masculina de ping-pon (disputada entre dos chinos) de los Juegos Olímpicos de Londres 2012 junto al personal del hotel.
Esta sería nuestra última noche en Yangshuo, ya que al día siguiente cogeríamos un avión a mediodía rumbo a nuestra siguiente etapa: la cosmopolita megalópolis de Shanghai...
1 comentarios:
Wow! cuantas ganas de hacer un viaje en bici a estas regiones, son rutas impresionantes llenas de bosque.
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