Cuando llegamos por la mañana temprano al lugar donde habíamos quedado el día anterior con Esther, nuestra guía ya estaba esperándonos para comenzar una jornada en la que descubriríamos los asombrosos paisajes situados en los alrededores de Yangshuo de la mejor manera posible, pedaleando por caminos y carreteras que se pierden entre inmensos campos de arroz e imponentes montañas kársticas que parecen salidas de un mundo de fantasía.
A continuación encontrarás el relato completo del undécimo día de viaje a China...
Una vez elegidas las bicicletas empezamos a seguir a Esther por las concurridas calles de Yangshuo esquivando motocicletas, autobuses, taxis y todo tipo de medios de transporte hasta que por fin abandonamos la ciudad y empezamos a rodar por una pista asfaltada que poco a poco nos alejaba de la civilización adentrándonos en un mundo mágico de montañas diseminadas aleatoriamente y cubiertas por la vegetación que surgían como atalayas naturales en mitad de huertas y plantaciones de arroz que se perdían de vista en el horizonte.
Seguimos recorriendo la zona durante más de una hora hasta que llegamos al puente que cruza sobre los ríos Yulong y Jinbao, el lugar dónde ambos ríos unen sus aguas antes de verterlas pocos kilómetros después en el río Li.
En este lugar aprovechamos para hacer un descanso y contemplar cientos de barcas de bambú que permanecen amarradas a la espera de los turistas que desean recorrer parte del río en esta modalidad de navegación conocida como Bamboo rafting.
Al ver la cantidad de gente que había, el acoso de los balseros y el alto precio que nos pedían (80 yuan por persona), decidimos dejar de lado esta actividad y le pedimos a Esther que nos llevase a una cueva de agua que no estuviese muy lejos y que tuviese una piscina de barro.
De camino a la cueva pasamos junto al gran árbol de Banyan, un árbol gigante que según dicen tiene 1000 años y que también se puede visitar previo pago de una entrada de 18 yuanes.
Poco después nos desviamos por un camino de tierra y llegamos a las taquillas de la cueva, dónde nos piden 140 yuanes por persona (18€ aprox.)
Algunos de nosotros nos negamos a pagar tanto por entrar a una cueva que ni siquiera era una de las más conocidas de la zona, pero cuando estábamos a punto de marcharnos, un turista alemán que salía de la cueva nos dijo que no pagásemos más de 80 yuanes por persona porque era lo que él había pagado.
Le dijimos a Esther que negociase ese precio con la chica de la taquilla, que al final acabó cediendo y dejándonos las entradas a 80 yuan (10€ aprox.)
Después de aparcar las bicicletas nos metimos en los "vestuarios" para cambiarnos y ponernos los bañadores.
Llamar vestuario a ese agujero es un honor que no merece ni por asomo un lugar en el que frente a dos grupos de bancos corridos había 5 "reservados" sin puerta atravesados por una zanja de un metro de profundidad por la que veías pasar flotando alegremente las deposiciones que acababa de soltar el "vecino" del cagadero de al lado. Si a todo esto le sumamos un suelo mojado no sólo por agua y un intenso olor a orín y otras "sobras humanas", se crean las condiciones perfectas para cambiarse más rápido que superman en una cabina telefónica.
En 5 minutos estuvimos listos, y tras una breve espera, comenzamos la visita en bañador a una cueva de estalactitas y estalagmitas iluminadas, como no podía ser de otra manera, por miles de neones de colores.
Esta visita guiada no duró más de 40 minutos, pero se convirtió en la visita a una cueva más surrealista que he hecho en mi vida:
6 turistas en bañador y muertos de frío que no lograban ver los animales, plantas y otros elementos de la vida cotidiana que el guía se afanaba en hacernos ver en cada formación rocosa, y un fotógrafo que nos perseguía haciéndonos fotos que luego intentaría vendernos a 25 yuan cada una, eran tan sólo el aperitivo.
El plato fuerte nos aguardaba en forma de piscina de barro en una de las salas naturales de la cueva. Allí estuvimos una media hora flotando en el barro, tirándonos por dos toboganes de piedra y buscando una chancla que perdimos entre los lodos.
Una de las veces que me tiré por el tobogán tomé demasiado impulso y acabé sumergiéndome completamente en el barro. Todo muy gracioso hasta que abres los ojos y notas como el barro se te mete dentro y no ves un carajo. A tientas logré cruzar toda la piscina hasta las duchas situadas al otro lado, dónde me lavé la cara antes de volver con mis compañeros de viaje para hacernos la foto oficial del baño de barro.
Antes de seguir la visita nos tiramos más de 10 minutos quitándonos el barro del cuerpo en unas duchas que había al lado de la piscina de barro, pero horas después seguirían apareciendo restos de barro en los lugares más insólitos del cuerpo...
La siguiente parada es una piscina natural de agua termal en la que pudimos relajarnos otro rato antes de dar por finalizada la visita a las cuevas.
Tras pasar de nuevo por los vestuarios infernales para cambiarnos, cogimos las bicicletas y nos dirigimos hasta la base de la Moon Hill...
...dónde aprovechamos para comer en el Moon Hill Café justo en el momento en que se desató una brutal tormenta de viento, rayos, truenos y lluvia torrencial.
Al igual que sucedió el día anterior, el mal tiempo duró una hora y media o dos horas, así que pronto las nubes se disiparon y las aguas fueron retirándose de caminos y carreteras.
Con todo el terreno embarrado optamos por no subir hasta el mirador situado bajo el arco de la Moon Hill y seguir recorriendo los alrededores de Yangshuo a lomos de una bicicleta.
Cada pedalada nos acercaba a nuevos paisajes que rivalizaban en belleza con los que íbamos dejando atrás...
... mientras seguíamos encontrando campos de arroz en los que todavía faltaba tiempo para su recolección...
...junto a otros en donde los afanados campesinos realizaban la plantada del arroz en campos de cultivo inundados por una capa de agua que les hacía hundir sus piernas hasta la rodilla.
Cada parada para descansar se convertía en un lugar perfecto para inmortalizarnos junto a estos paisajes...
...o para escuchar alguna explicación de Esther acerca de la forma de vida de la gente del lugar y curiosidades sobre la siembra y recogida del arroz.
Tras una ruta de varios kilómetros le pedimos a Esther que nos llevase hasta alguna zona del río para bañarnos. Durante los 30 minutos siguientes, circulamos por estrechos caminos todavía embarrados por la tormenta del mediodía hasta que nos detuvimos junto a lo que parecía un antiguo molino abandonado.
Aquí dejamos las bicicletas y caminamos unos 5 minutos por el camino que nos indicó nuestra guía y que terminaba en una pequeña cascada de agua en la que unos niños jugaban mientras se bañaban en el río Jinbao.
El lugar era paradisíaco, así que de nuevo nos alegramos por haber tomado la decisión de contratar a Esther como guía durante nuestra estancia en Yangshuo y de su buen criterio a la hora de buscarnos lugares tan chulos como este.
Después de una hora larga de baños y relax en el río Jinbao (además de algún que otro incidente con piedras resbaladizas y corrientes que nos intentaban llevar a la deriva río abajo), volvimos junto a Esther y las bicicletas para emprender el camino de vuelta hacia Yangshuo, pero antes de marcharnos echamos un último vistazo a los paisajes que nos rodeaban...
...y a un par de mujeres que trabajaban afanosamente en una canalización de agua con la que probablemente controlaban las inundaciones de los arrozales cercanos.
Al ver que estábamos sacando fotografías en las que una de ellas aparecía, la mayor de las dos mujeres empezó a repetir insistentemente: "money, money" mientras con la palma de su mano extendida hacia nosotros nos invitaba a que le diésemos algunas monedas.
Al final acabamos comprando una bolsa de castañas a la otra mujer que no pudimos comer porque estaban mojadas y totalmente crudas.
El camino de vuelta fue muy agradable, ya que pudimos disfrutar de los últimos rayos de sol que se colaban entre las montañas kársticas mientras pedaleábamos rumbo a Yangshuo.
Al entregar las bicicletas le hicimos el primer pago a Esther. En total 300 yuanes entre los 6, unos 37€ por habernos guiado durante toda la jornada y por el alquiler de las bicicletas.
Nos despedimos de ella hasta el día siguiente y quedamos en el mismo lugar para que nos siguiese descubriendo nuevos rincones de los alrededores de Yangshuo.
El resto de la tarde lo dedicamos a comprar y pasear hasta la hora de la cena.
Ya en el hotel y después de ducharnos, compramos algunas cervezas y nos fuimos a la terraza para terminar el día charlando mientras revisábamos las fotografías de días anteriores y pensábamos en los paisajes y lugares que aguardaban nuestra visita bajo las brumas nocturnas de esta región situada al sur de China...
1 comentarios:
Hola!
Este verano, juntamente con mi pareja, nos vamos de viaje a la China.
He leido que tuvisteis una guia llamada Esther que os encantó. ¿Me podrias decir como contactasteis con ella? ¿Los hoteles de Guilin ofrecen tours para ir a las terrazas de arroz de Longsheng y a Yangshuo?
Me he leido tooodo vuestro viaje. Me parece espectacular. Espero que nosotros los podamos disfrutar tanto como vosotros.
¡¡Muchas gracias!!!
Atentamente,
Anna
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