Entre la ría de Pontevedra y la ría de Vigo se extiende una franja de tierra de unos 40 km de largo por 10 de ancho en la que viven cerca de 90.000 personas en alguno de los más de 200 núcleos de población diseminados por todo este territorio, y que mayormente encontramos en las zonas costeras.
Carreteras que bordean toda la geografía de esta península con numerosos miradores sobre las rías, las bateas de mejillones o las cercanas islas que forman parte del Parque Nacional de las Islas Atlánticas de Galicia son sólo algunos de los atractivos de esta zona de las rías bajas que nos servirán de aperitivo a un atardecer paradisiaco que podremos contemplar desde dos de los cabos más famosos de Galicia, el cabo de Udra y el cabo de Home.
La ruta natural para recorrer esta península parte de la ciudad de Pontevedra, desde dónde nos dirigiremos por la carretera que va bordeando la costa hacia las localidades de Marín y Bueu, siempre con la ría de Pontevedra a nuestra derecha.
Desde Bueu nos desviaremos hacia el cabo de Udra, dónde tras aparcar en una explanada de tierra nos sorprende esta imagen de los rayos del sol saliendo desde detrás de unas nubes.
Caminamos hasta la playa de ancoradouro, desde dónde tenemos una buena perspectiva de la otra orilla de la ría de Aldán, hacia donde nos dirigiremos a continuación en busca del cabo de Home.
Después de relajar la vista mirando hacia el atlántico, cogemos de nuevo el coche en dirección a Aldán, para detenernos poco después en la parroquia de Hío junto a la iglesia románica de San Andrés y la casa rectoral.
En la puerta de la iglesia podemos admirar un cruceiro del siglo XIX que está considerado como el más importante de toda Galicia por estar tallado de una sola pieza.
Su autor es el Maestro Cerviño.
Si nos asomamos hacia la ría de Aldán, descubriremos numerosas poblaciones que salpican sus orillas con un paisaje montañoso al fondo y las bateas de mejillones esparcidas por las aguas de la ría.
Volvemos unos metros sobre nuestros pasos para seguir la ruta con el coche hacia el cabo de Home entre viviendas unifamiliares, bosques y estrechos caminos vecinales que nos conducirán directamente hasta el Mirador de la Caracola, obra del escultor Lito Portela.
El tono anaranjado del cielo, los reflejos del sol en el agua, las nubes que ocultaban por momentos el disco dorado que lentamente se acercaba a la línea del horizonte dónde el cielo se funde con el mar, el silencio, la paz y la tranquilidad de este momento es algo que difícilmente se puede describir con palabras, es algo que ni siquiera una fotografía es capaz de captar, ya que nos faltan sensaciones como el olor a mar arrastrado por la brisa del atardecer o los últimos rayos de sol que intentan calentar e iluminar todo cuanto nos rodea.
Si dirigimos la vista hacia nuestra izquierda podemos contemplar una pequeña cruz de piedra a la que nos acercamos para contemplar mejor un faro cercano y las islas cíes al fondo.
Aunque mi visita a la península do morrazo fue únicamente para ver el atardecer sobre el atlántico desde dos de los cabos más conocidos de Galicia, merece la pena dedicar un día entero a visitar esta península y sus pueblos o simplemente disfrutar de alguna de sus playas y calas con el telón de fondo de las islas y costas de esta zona de Galicia.
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