Desde allí mismo, contratamos un taxi para que nos llevase a ver los cuatro sitios arqueológicos situados en las colinas que rodean la ciudad de Cuzco por el norte: Tambomachay, Puca Pucara, Qenqo y Sacsayhuamán.
El resto del día lo empleamos en buscar la agencia con la que viajaríamos hasta la selva nada más volver del camino inca, que empezábamos al día siguiente y que estuvimos a punto de no hacer "gracias" a los ánimos que nos dio uno de los que serían nuestros guías a lo largo del trekking durante los cuatro días siguientes...
Este es el relato completo de nuestro duodécimo día de viaje por el sur de Perú:
Presupuesto del día (precios verano de 2013):
- Entrada a Qoricancha: 5 soles
- Guía del sitio de Qoricancha: 30 soles (total 4 personas)
- Taxi a las cuatro ruinas situadas en las afueras de Cuzco: 50 soles (total 4 personas)
- Guía del sitio de Saksaywaman: 25 soles (total 4 personas)
- Comida en restaurante Víctor y Victoria: 97 soles (total 4 personas)
- Excursión a Puerto Maldonado: $212 (incluye un 6% de recargo por pagar con tarjeta)
- Cambio 70€ a soles en casa de cambio: 252 soles
- Regalos y souvenirs varios: 47 soles
- Compras varias para no morir de frío en el Camino Inca: 80 soles
- Cena en el Burger King: 16 soles
Total presupuesto para 1 persona: 198 soles + $200 (222€ aproximadamente)
Tasa de cambio utilizada: 1€=3,6 soles
Tasa de cambio utilizada: 1€=1,27 dólares
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Comenzamos el día como de costumbre, madrugando a las 7:00 de la mañana y desayunando tranquilamente en el comedor del hostel Llipimpac.
Desde allí nos fuimos caminando hasta la entrada del templo de Qoricancha, situado a tan solo 2 o 3 minutos de donde estábamos alojados.
Pensábamos que abría a las 8:00, pero nos tocó esperar hasta las 8:30 a que abriese sus puertas. Mientras esperábamos conocimos a uno de los guías que trabaja en el templo, que se ofreció a guiarnos por 30 soles. Éste, junto con Sacsayhuamán eran los dos templos más importantes de la antigua capital inca, así que decidimos realizar la visita con un guía que nos explicase todos los secretos y misterios de tan importante lugar.
Tras pagar la entrada (10 soles para los adultos o 5 soles con carnet de estudiante), comenzamos la visita. Éramos los primeros, así que a esta hora todavía no encontraríamos las grandes aglomeraciones de las que nos avisó el guía, aunque no tardarían en llegar los primeros grupos de turistas.
Para evitar aglomeraciones, no perdimos ni un minuto y nos dirigimos directamente hacia el patio interior, dejando para el final algunas salas menos importantes situadas junto a la entrada.
Dejando a un lado el Convento de Santo Domingo que se levantó sobre los restos del antiguo e importante templo del sol de Cuzco, nos centramos en primer lugar en los edificios del templo inca de Qoricancha.
Fue el inca Pachacútec quién ordenó construir en 1438 un recinto sagrado en el mismo lugar donde los incas habían rendido culto al Sol durante siglos en un pequeño templo conocido como Inticancha y que fue levantado por Manco Cápac, quien como recordaréis, fue uno de los fundadores del Imperio de los Incas.
Este lugar sagrado era conocido como "El recinto de oro", tanto por estar dedicado al más importante de los dioses incas: el Inti (Sol), como por su decoración a base de planchas de oro puro que cubrían los muros, techos y dinteles.
En torno al patio central se ubicaban los templos del sol, la luna, las estrellas, el rayo, el relámpago y el templo del Arco Iris. Todo el conjunto representaba a las deidades del mundo superior o Hanan Pacha, el lugar donde según la mitología inca habitan los dioses Inti, Viracocha, Mama Killa, Pachacámac, Mama Cocha e Illapa.
Para nuestro guía, estas eran las piedras mejor labradas de todas las que se han encontrado de aquella época en la que los incas dominaban una vasta extensión del subcontinente sudamericano. La unión entre los bloques de piedra es de una precisión quirúrgica, y de nuevo no pudimos apreciar ningún tipo de argamasa que hiciese que éstos permaneciesen unidos y soportasen el paso del tiempo y las sacudidas de los frecuentes terremotos.
Sobre estos muros, descansaba una estructura de madera que soportaba el peso del tejado de paja que cubría cada uno de los templos.
Hay algunos bloques de piedra realmente curiosos que se exponen en uno de los templos. Allí encontramos todo tipo de piedras ahuecadas utilizadas para encastrar vigas de madera, otras en las que se anclaban las puertas de los templos, tallados para canalizar el agua e incluso otras en las que se supone que preparaban la chicha utilizada en las ceremonias religiosas.
El resto del complejo estaba adornado por fuentes, jardines y estatuas de oro y plata que representaban la flora y fauna de Perú, pero al igual que sucedió con el recubrimiento de oro de los templos, todo fue saqueado por las tropas españolas que conquistaron Cuzco en 1533.
Sólo un año más tarde, Juan Pizarro, el hermano del conquistador Francisco Pizarro, cedió los terrenos de Qoricancha a un grupo de misioneros que construyeron un convento y su correspondiente iglesia sobre los restos del templo inca.
Tras varios terremotos, es el claustro colonial el que más daños ha ido sufriendo con cada uno de ellos, mientras que los templos incaicos han soportado casi sin inmutarse las sacudidas de la pachamama.
A lo largo de diferentes galerías y salas pudimos contemplar numerosos lienzos pertenecientes en su mayoría a la renombrada Escuela Cusqueña, aunque también hay un hueco para obras más contemporáneas como "La Vía Láctea" y "Sistema de Seqes", aunque lo más interesante (según mi humilde opinión) es una pieza de enorme simbolismo que resume los cultos de Qoricancha en la época Inca.
Este diagrama de la "Cosmovisión Incaica" está basado en un dibujo de Joan de Santacruz Pachacuti Yamqui Salcamaygua que aparece en una crónica escrita alrededor de 1613. En ella se muestran algunos de los principales elementos de la concepción del mundo que tenían los incas como por ejemplo el Sol (Inti), la Luna (Quilla), el Lucero de la Mañana, el Lucero de la Tarde, las estaciones, el Jaguar, los ríos, el árbol, el hombre y la mujer...
Para terminar la visita salimos al exterior del convento, desde dónde se pueden contemplar los jardines construidos sobre las antiguas andenerías incas...
...y una antigua fuente ceremonial perteneciente a la época precolonial.
También en esta zona visitamos uno de los pocos vestigios del muro exterior de Qoricancha, una sección semicircular de piedra andesita perfectamente labrada y que estaba situado muy cerca del desaparecido templo del sol.
De vuelta al interior, visitamos las abarrotadas salas situadas a la entrada del recinto, dónde ya se agolpaban los numerosos grupos de turistas que comenzaban su visita a este recinto del que podéis encontrar más información en su web oficial http://www.qorikancha.org
Para seguir con la planificación de nuestro duodécimo día de viaje nos fuimos caminando hasta la entrada del museo del sitio de Qoricancha, al que entraríamos por la tarde.
Allí paramos un taxi con cuyo conductor acordamos que nos llevase a los cuatro sitios arqueológicos situados a las afueras de Cuzco por 50 soles.
Desde allí mismo, contemplamos Qoricancha y el Convento de Santo Domingo desde el otro lado de los jardines mientras el taxi comenzaba a callejear rumbo a Tambomachay, el sitio arqueológico situado a mayor distancia de los cuatro que visitaríamos durante el resto de la mañana.
En apenas 15 minutos llegamos a las puertas de Tambomachay, uno de los últimos lugares de descanso de los caminos incas que a su vez habría cumplido una función religiosa al estar dedicado al culto al agua.
Apostadas a uno de los lados del camino que conduce al tambo (lugar de descanso) vimos a varias mujeres sentadas sobre la hierba junto a unas llamas con la única finalidad de insultar a los turistas que las fotografiaban y no les echaban algunos soles a cambio. ¡Por lo menos se podían poner a la sombra!
Unos metros más adelante nos encontramos con unas sencillas construcciones enclavadas en la ladera de un monte que se integraban con el paisaje de una manera casi natural. Allí, mediante un trabajo de cantería incaica crearon cuatro terrazas en las que se pueden apreciar diversas partes de este complejo utilizado en el culto al agua.
A lo largo de los niveles superiores podemos ver varias hornacinas que adornan los gruesos muros, mientras que en el nivel inferior se halla la fuente ceremonial conocida también por el sobrenombre de "Baños del Inca".
En los alrededores de esta construcción se encuentran diseminadas varias cuevas y cavernas que según la tradición inca habrían sido objeto de veneración, pero lo realmente interesante es que subáis a la zona situada al otro lado del río, dónde se intuyen las ruinas de lo que antaño fue un importante torreón de vigilancia.
Desde allí se puede contemplar todo el complejo de Tambomachay, su estructura y el sistema hidráulico con el que lograron encauzar las aguas procedentes de un manantial subterráneo a base de canales y acueductos...
...y echar un vistazo a nuestra siguiente parada, el cercano sitio arqueológico de Puca Pucara.
Situada al otro lado de la carretera que baja hasta Cuzco, Puca Pucara se puede considerar como una fortaleza en la que descansaba la comitiva que acompañaba al inca en sus desplazamientos a Tambomachay.
En Quechua, Puca Pucara significa "fortaleza roja" (puca = rojo y pucara = fortaleza) y es que las piedras con las que están construidas sus edificaciones son de un tono rojizo.
A lo largo y ancho de esta fortaleza ubicada sobre un cerro desde el que se divisa una amplia extensión de terreno se cruzan hasta tres muros que protegen la zona en la que se encuentran los edificios administrativos, que están comunicados entre sí mediante callejones, plazas y escalinatas.
En el perímetro exterior también se puede apreciar el lugar sobre el que se erigían varias atalayas de vigilancia encargadas de proteger tanto el "balneario" de Tambomachay como el resto del Valle Sagrado integrándose en el conjunto defensivo del Cusco, la capital del imperio Inca.
Con nuestro taxista descendimos unos pocos kilómetros hasta el siguiente sitio arqueológico que visitaríamos: Qenqo.
Aunque vimos a varias personas que bajaban caminando junto a la carretera desde Tambomachay y Puca Pucara, creo que el camino de 8 kilómetros tampoco merece mucho la pena, y con el calor que hacía habríamos acabado agotados.
Qenqo, cuyo significado en quechua es "laberinto", es uno de los complejos arqueológicos más extraños de los que visitamos tanto en el Valle Sagrado como en todo nuestro periplo por el sur de Perú.
Se trata de un centro ceremonial que gira en torno a una enorme roca bajo la que hay excavadas numerosas galerías subterráneas a las que se accede a través de caminos zigzagueantes que se adentran en la Pachamama y nos conducen hacia el Uku Pacha, el mundo de abajo, el mundo de los muertos.
Uno de los lugares más interesantes de este complejo es el anfiteatro, un muro semicircular de 50 metros de largo en el que se pueden ver 19 hornacinas. En el centro se encuentra un enorme bloque de piedra de unos 6 metros de altura que seguramente en sus orígenes estaba tallado con la forma de algún animal o incluso de un falo gigante.
Sobre la roca situada a espaldas de este bloque de piedra hay varios animales tallados en la superficie, pero lo más extraño es un pequeño canal en zigzag por el que probablemente corrió la sangre de los sacrificios o la a chicha utilizada en las ofrendas que se realizaban en este lugar.
Mientras bordeábamos esta roca pudimos ver varios altares, más hornacinas y algunas rocas que parecían haber estado esculpidas en algún momento.
En un lado de la gran roca encontramos el acceso a la galería subterránea y la gran sala de los sacrificios, en dónde la roca había sido pulida para que tanto el suelo como las paredes y el techo apareciesen perfectamente labrados sobre la propia roca, y según nos adentramos, fuimos encontrando algunas pequeñas habitaciones, más hornacinas y canales para la evacuación de las aguas de lluvia.
La parte más importante es la "Sala de los Sacrificios", en la que según se cuenta es probable que se hayan realizado sacrificios humanos y de animales. También se cree que en este lugar se embalsamaron algunos miembros de la nobleza incaica conocidos como los "orejones" en alguno de los altares ceremoniales que se pueden ver en esta sala subterránea.
Toda esta parte del sitio arqueológico se conoce como Qenqo Grande, pero a escasa distancia de esta zona principal se encuentra el sitio de Qenqo Chico, dónde se pueden apreciar los restos de altos muros (bastante destruidos) que rodean un monte con forma circular.
Un nuevo tramo en taxi y llegamos a las puertas del mayor sitio arqueológico de todos los que visitaríamos en esta jornada: Sacsayhuamán
Esta es una de las mayores fortalezas ceremoniales realizadas por los incas en su época de mayor apogeo. Su nombre en quechua significa "Lugar donde se sacia el halcón" (saqsaw: lugar de saciarse, y waman: halcón), así que decidimos contratar una guía en la entrada del recinto para que nos explicase con detalle todos los pormenores de este espectacular y gigantesco recinto arqueológico.
Acordamos pagarle 25 soles (7€) entre los cuatro, y la verdad es que os recomiendo visitar Sacsayhuamán con un guía porque es un lugar con mucha historia y un montón de curiosidades que es muy fácil pasar por alto si lo recorréis por vuestra cuenta.
Comenzó haciéndonos una introducción sobre su tamaño y el origen de esta inmensa fortaleza ceremonial que se extiende a lo largo de 3000 hectáreas sobre una colina situada al norte de Cuzco. En la siguiente vista aérea os podéis hacer una idea de las colosales dimensiones de todo el conjunto:
Según algunas crónicas y los datos aportados por arqueólogos, científicos e investigadores, Sacsayhuamán se construyó entre los siglos XV y XVI bajo los mandatos de los incas Pachacútec y Huayna Cápac. Las obras de construcción tardaron entre 60 y 75 años, y se cree que fueron necesarios unos 20.000 o 30.000 hombres. Unas cifras realmente increíbles, aunque quizá pueda parecer poca mano de obra cuando te enteras de que algunos de los bloques de piedra utilizados pesan más de 200 toneladas y tienen hasta 9 metros de altura, pero es que además los tuvieron que traer de una cantera situada a unos 30 kilómetros sobre troncos que utilizaban a modo de rudimentarias ruedas.
Lo curioso de esto último es que estamos a 3700 metros sobre el nivel del mar y cualquier esfuerzo supone una merma inmediata de oxígeno, cansancio, dificultad para respirar... ¿Os imagináis lo que debe ser arrastrar bloques de piedra de 200 toneladas durante 30 km. en estas condiciones tan poco favorables?
Otro de los misterios de Sacsayhuamán es intentar averiguar la manera y las técnicas que utilizaron para pulir, elevar y encajar con precisión milimétrica estos enormes bloques de piedra sin conocimientos de metalurgia, sin saber ni siquiera de la existencia de las poleas y sin la ayuda de grandes animales de carga (únicamente llamas y similares).
Estos y otros muchos "misterios" llevan a la conclusión de que nadie puede llegar a afirmar con seguridad quién, cuándo, cómo y para qué se construyó esta fortaleza ceremonial.
Así, con una introducción a todo lo que íbamos a ver que nos dejaba con más dudas y preguntas que antes de comenzar la visita, avanzamos hasta el primero de los recintos, pero para llegar hasta él debíamos pasar una prueba de fuego: caminar en la oscuridad y no perdernos por las chincanas (sistema de galerías subterráneas que según algunas historias comunican Sacsayhuamán con el templo de Qoricancha)
Estas cuevas también son el origen de muchos mitos y leyendas: una de ellas dice que si es la entrada hacia el dorado, otra que esta es tan solo una de las entradas a un mundo subterráneo que conectaba varias zonas del Tahuantinsuyo (las cuatro partes en las que estaba dividido el territorio inca durante su imperio) mediante una serie de túneles que iban en dirección a los Andes y la costa.
Existen numerosas historias de exploradores, arqueólogos e incluso turistas que se adentraron en la conocida como chincana grande y que han desaparecido en su interior, por lo que actualmente permanece cerrada.
Nosotros cuatro junto con la guía formamos una cadena humana y nos adentramos en las entrañas de la tierra durante un recorrido de apenas 2 o 3 minutos por la chincana pequeña.
Hicimos todo el recorrido a oscuras y es cierto que en algunas ocasiones se notaban pequeñas corrientes de aire y zonas en las que no lograba tocar la pared. ¿Serían esos los túneles de los que hablan las leyendas, los mismos por los que si nos hubiésemos aventurado nos habrían llevado hacia lugares inexplorados? Quien sabe...
Al otro lado de este túnel nos encontramos cara a cara con un enorme recinto circular que según nos comentó nuestra guía se utilizaba como observatorio astronómico.
Así de primeras nos quedamos un poco sorprendidos, pero cuando nos explicó que todo ese espacio circular estaba lleno de agua y nos sentamos en el mismo lugar desde donde el inca se dedicaba a mirar el reflejo de las estrellas y constelaciones durante las noches despejadas para poder estudiarlas y observarlas, todo quedó mucho más claro.
Al otro lado de este gigantesco "espejo para ver las estrellas" nos adentramos en lo que antaño fue un lugar de enterramiento y celebración de rituales religiosos.
En esta sala circular que originalmente estaba cubierta, se cree que se encontraban los cuerpos momificados de antiguos incas y otros miembros de la nobleza en cada una de las hornacinas trapezoidales de las paredes. En el centro era dónde se celebraban todo tipo de ceremonias religiosas presididas por las momias de tan ilustre público.
De camino a la zona más interesante y espectacular del recinto, pasamos por otro área que tuvo un fin eminentemente lúdico, y es que tallados sobre una afloración rocosa de diorita, se pueden ver perfectamente unos toboganes de piedra por los que hoy en día se siguen deslizando muchos de los turistas que visitan Sacsayhuamán. A escasa distancia encontramos otra roca natural en la que nuestra guía decía ver el arco iris...
Unos cuantos metros después llegamos a una terraza desde la que se podía ver la parte más impresionante de todo el complejo: los tres niveles de muros zigzagueantes y de dimensiones descomunales que por su apariencia, algunos afirman que representan la dentadura de un Puma.
Según los historiadores, Cuzco fue diseñada con la forma de un puma y el complejo de Sacsayhuamán representaba la cabeza de este animal, así que si hacemos caso a estos datos, aceptamos estos muros como dientes de puma.
En la inmensa explanada situada entre los andenes y los muros en zigzag, cada solsticio de invierno (entre el 20 y el 23 de junio) se celebra el Inti Raymi o Fiesta del Sol, en la que se escenifica el ritual incaico de culto al Inti o Dios Sol.
Al acercarnos a los enormes bloques de piedra que forman los muros zigzagueantes se pueden observar diversas figuras que hacen referencia a varios animales como serpientes, aves o la garra de un puma.
Tras unas cuantas explicaciones más, nuestra guía se despidió de nosotros y nos indicó el camino hacia la salida, pero nos animó a seguir recorriendo la parte del complejo que había al otro lado de la muralla zigzagueante.
A lo largo de todo este imponente muro existen varias escaleras que conducen a unas puertas trapezoidales por las que se accede a la parte situada en la colina que se asoma hacia la ciudad de Cuzco. Allí se pueden apreciar los restos de numerosos edificios y lo que debieron ser tres gigantescas torres defensivas: Muyucmarca, Sallacmarca y Paucarmarca, aunque no pudimos acceder a esa zona del recinto al estar cerrado por unos trabajos arqueológicos de mantenimiento, pero desde allí, las vistas de la gran explanada y el otro lado de la fortaleza ceremonial eran igualmente espectaculares.
Muy cerca de allí hay un mirador desde el que se puede observar a vista de
Concluida la visita a Sacsayhuamán bajamos de nuevo a la gran explanada y fuimos caminando durante unos 15 minutos entre los restos del que antaño fue sin lugar a dudas uno de los centros ceremoniales más importantes de todo el Tahuantinsuyo.
A la salida nuestro taxista estaba esperándonos para regresar a la puerta del museo del sitio de Qoricancha. Al llegar allí, le pagamos y entramos al museo (incluido en el boleto turístico).
Allí se expone una selección de objetos arqueológicos preincaicos, incas y coloniales hallados en la explanada de Qoricancha entre los que se encuentran cerámicas, tejidos, muestras de pintura, esculturas y una muestra de fotografías realizadas durante las excavaciones del complejo.
Lo más curioso es el área dedicada a las técnicas con las que los incas realizaban las trepanaciones para realizar diversas intervenciones quirúrgicas en la cabeza. Allí se puede ver una colección de cráneos trepanados y otros con deformaciones hechas adrede con algún fin religioso y espiritual o incluso como símbolo distintivo entre tribus o para demostrar estatus social.
Nada más terminar de ver el museo nos fuimos directamente a comer al mismo lugar donde cenamos la noche anterior. Eran las 15:00 de la tarde y no queríamos perder mucho tiempo buscando restaurante.
Con el estómago lleno y después de una corta sobremesa comentando lo que habíamos visto por la mañana, planificamos el resto de la tarde hasta las 20:00, la hora a la que uno de los guías que nos acompañarían a lo largo de las cuatro jornadas siguientes en el Camino Inca, se reuniría con nosotros en nuestro hostel para comentarnos algunos aspectos del trekking que comenzaríamos al día siguiente.
Nuestro principal objetivo para la tarde era encontrar una agencia con la que contratar la excursión a la selva en la zona de Puerto Maldonado. Teníamos ya los vuelos comprados desde España con la compañía aérea Star Perú, así que estábamos condicionados por los horarios de dichos vuelos:
- Cuzco - Puerto Maldonado (82,33€): 10:45 - 11:40
- Puerto Maldonado - Lima (con escala en Cuzco) (97,50€): 12:15 - 14:40
Después de mucho preguntar y comparar entre diversas agencias situadas en la calle Plateros, acabamos reservando en una situada en el número 341 de dicha calle.
Este es el programa que elegimos para los tres días que pasaríamos en la selva:
Día 1:
- Recogida del aeropuerto de Puerto Maldonado y traslado hasta la agencia para realizar la segunda parte del pago y dejar las maletas y mochilas grandes para no ir cargando con ellas hasta la selva.
- Breve recorrido por algunos de los principales atractivos turísticos de Puerto Maldonado
- Traslado en bote hasta el Yakari Eco Lodge, el lugar dónde nos alojaríamos
- Visita a la isla de los monos
- Piragüismo
- Excursión en bote por la noche para buscar caimanes (caimaneo)
Día 2:
- Excursión al Lago Sandoval
- Caminata nocturna por la selva
Día 3:
- Collpa de Loros y guacamayos
- Regreso a Puerto Maldonado y traslado al aeropuerto
Con esta excursión ya reservada todavía teníamos por delante un par de horas libres, así que decidimos pasear sin rumbo por las calles de Cuzco visitando algunos de los lugares por los que ya habíamos caminado días antes y descubriendo otros nuevos mientras aprovechamos para curiosear y comprar algunos regalos y recuerdos de nuestro paso por la antigua capital del imperio Inca.
Antes de las 20:00 ya estábamos en el hostel esperando a nuestra guía, que llegó puntual para contarnos de qué trataba el trekking, los tramos en los que se iba a dividir, los campamentos en los que dormiríamos, los principales atractivos de cada día y los peligros y dificultades que entrañaba.
A partir de este punto la cosa empezó a torcerse.
Empezó a decirnos que había gente que no soportaba la caminata, que era peligrosa y muy dura en algunos tramos, que todos los años moría alguien en el camino y que por las noches, el frío que sentiríamos iba a ser bastante intenso.
Cuando nos preguntó que cual era el material que íbamos a llevar y le enseñamos algunas prendas de abrigo y las mochilas con las que teníamos pensado realizar el trekking... puso una cara que nos acojonó.
Básicamente, nos dijo que si hacíamos el camino con ese material lo íbamos a pasar extremadamente mal, pero que todavía teníamos tiempo de ir a cualquiera de las múltiples tiendas en las que se vende ropa y equipación de montaña para comprar camisetas y pantalones térmicos, mochilas más adecuadas a la caminata que íbamos a hacer...
Nada más despedirse de nosotros empezamos a valorar entre los cuatro si hacer el camino inca o no. Imaginaos las pocas expectativas que nos dio de poder completar el camino y llegar hasta Machu Picchu, que estábamos dispuestos a perder el dinero de la excursión (unos 350€) y la experiencia de hacer este mítico trekking.
Tras muchas deliberaciones, salimos literalmente corriendo en busca de alguna tienda que permaneciese abierta en la que pudiésemos comprar algo de ropa térmica y diversos complementos para luchar contra el frío infernal que según nuestra guía nos esperaba en las montañas que separan Cuzco de Machu Picchu.
Al final terminamos comprando calcetines, ponchos para la lluvia, pantalones y camisetas térmicas, pero aun así no sabíamos si sería suficiente, porque por las palabras de nuestra guía, parecía que en vez de estar preparándonos para hacer un trekking complicado pero accesible, al día siguiente íbamos a empezar una travesía hacia el mismísimo Everest.
Antes de volver hacia el hostel nos paramos en el Burger King a cenar, aunque lo hicimos sin apenas apetito y con un nudo en el estómago. Nuestra participación en el Camino Inca pendía de un hilo, así que acojonados por lo que nos esperaba a partir de la mañana siguiente y rezando para que no se cumpliesen las apocalípticas profecías de nuestra guía, nos fuimos a dormir sin tener muy claro si con las primeras luces del alba acabaríamos decidiendo no hacer el trekking y perdernos una de las experiencias que más ilusión nos hacía a todos...
2 comentarios:
JAjajajajja, que risa con el pánico del Camino Inca, no dormí en toda la noche pensado que iba a morir!!!! que días más intensos vivimos!!! que nostalgia!!!
Menuda noche nos hizo pasar la guía. Pero al final la experiencia valió muchísimo la pena. Fue genial, como el resto del viaje.
Un saludo compañera de viajes! ;)
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