Diario de un viaje a China: de Qibao a Pudong ~ PhotoViajeros - Los relatos de mis Viajes, Rutas y Escapadas

Diario de un viaje a China: de Qibao a Pudong

Comenzamos otra jornada en la gigantesca Shanghai. En nuestro tercer día en la ciudad visitaremos el templo del Buda de Jade, recorreremos más de 18 kilómetros en metro hasta el pueblo de Qibao, ahora integrado en uno de los nuevos barrios de la ciudad, y terminaremos la jornada paseando entre los rascacielos del distrito financiero de Pudong y contemplando el atardecer sobre el Bund de Shanghai.

Bund de Shanghai

Sigue leyendo para conocer todo lo que visitamos en nuestro decimoquinto día de viaje a China...


Nuestro primer destino es el templo Budista más conocido y visitado de Shanghai, el famoso Templo del Buda de Jade.
Llegar hasta aquí no es fácil. Primero hicimos un largo recorrido en metro con dos transbordos y una estación "trampa" que tenía un nombre muy parecido al de la estación en la que realmente hay que bajarse para ir a este templo, pero para no liaros solo os diré que hay que bajarse en la parada de Changshou Road de la línea 7 (naranja).

Al salir a la calle, nos encontramos totalmente desorientados y ni dándole la vuelta al mapa lográbamos saber dónde estábamos ubicados. Menos mal que en Shanghai, al contrario de lo que nos ocurrió en Pekín, la gente intenta ayudarte cuando te ve perdido o con un mapa en la mano. Puede que tardes en encontrar alguien que chapurree el inglés, pero al final se acaban juntando dos o tres personas que consiguen indicarte hacia dónde tienes que ir.

Un recorrido que no debería suponer más de 15 minutos andando se convirtió en una caminata de una media hora, pero después de dar algunas vueltas acabamos encontrando la taquilla del templo gracias a la ayuda de varias personas.
Aquí el carnet de estudiante o el de la universidad no nos sirvió para nada, así que pagamos los 30 yuan (3,60€) de la entrada y empezamos a recorrer el Templo del Buda de Jade.

Templo del Buda de Jade

No es muy grande, así que merece la pena darse una vuelta por todas sus estancias y rincones, incluido un estanque repleto de peces de colores situado en la parte de atrás del templo a los que podemos alimentar si compramos unas bolsitas rojas que venden allí mismo.

Templo del Buda de Jade

Cuando ya nos habíamos relajado un poco con el sonido del agua fluyendo y viendo a los peces del estanque luchar por unas migajas de pan, nos dirigimos al pabellón donde se encuentran las piezas más valiosas del templo, dos estatuas de buda hechas en jade que un monje budista trajo desde la antigua Birmania allá por 1882.
Cuando íbamos a entrar, un monje nos corta el paso y nos indica que hay que pagar otros 10 yuanes adicionales (1,20€) para poder ver los budas, así que nos mosqueamos y maldecimos a los monjes por haber convertido el templo en un sacacuartos y nos dedicamos a pasear por el resto de pabellones. Si os pasa como a nosotros y os negáis a pagar más dinero, podéis encontrar fácilmente las fotos de estas dos estatuas de Buda por internet.

En unos 15 minutos más terminamos de ver el resto de edificaciones tradicionales con sus típicos tejados y paredes pintadas en diversas tonalidades de rojos y amarillos, numerosas figuras de otras deidades o los siempre llamativos farolillos que adornan cada pasillo o callejón del templo.

Templo del Buda de Jade

La vuelta hasta el metro fue más sencilla que la ida porque lo único que tuvimos que hacer fue desandar el camino por el que llegamos hasta el templo, así que esta vez sí que tardamos bastante poco en estar de nuevo en el andén esperando al tren con el que iríamos hasta una zona algo alejada del centro de Shanghai, la ciudad antigua de Qibao.

Metro Shanghai

Estuvimos algo más de una hora en el metro, y es que hasta llegar a la lejana estación de Qibao (línea 9), tuvimos que hacer varios transbordos, algunos de ellos bastante largos.

Llegar hasta la zona más interesante de Qibao no es nada complicado, y es que lo único que hay que hacer es unirse a los ríos de gente que pasan por allí y caminar junto a ellos. De todas formas hay carteles y señales por todas partes, así que no hay pérdida.

Qibao

Este es uno de los lugares más pintorescos de Shanghai, por lo que si queréis ver uno de los múltiples pueblos conocidos como "la Venecia China", Qibao es el más cercano y accesible desde el centro de la ciudad.
Como os decía al principio, la antigua ciudad de Qibao ha sido engullida por el crecimiento imparable de Shanghai y actualmente forma parte del barrio de Minhang en la zona suroeste y muy cerca del aeropuerto de Hongqiao.

Qibao

Pero que no os engañen los modernos edificios que rodean toda esta zona, porque los orígenes de Qibao se remontan hasta el periodo comprendido entre los años 960 y 1279, aunque fue durante los periodos Ming y Qing cuando alcanzó su máximo esplendor.
Es una gozada caminar por sus callejuelas plagadas de puestos de artesanía y cruzar sobre los canales por cualquiera de sus múltiples puentes...

Qibao

...en los que es realmente difícil pasar sin detenerse a mirar en ambos sentidos y disfrutar con la vista de los canales y las barcas que los surcan.

Qibao

Qibao

Si lo que queréis es saciar el apetito, guiaros por vuestro olfato...

Qibao

...y llegaréis a los "suculentos" puestos de comida en los que la mejor forma de poder echarse algo a la boca es sin mirar, porque la verdad es que apetecible apetecible no es que sea lo que venden en la mayoría de puestos. Esta gente tiene fijación con los pollos, o los atraviesan de lado a lado o ni siquiera los dejan salir del cascarón.

Qibao

Qibao

Una vez vistas las principales calles de Qibao, estuvimos casi una hora paseando por los alrededores, donde realmente no hay nada que merezca mucho la pena. Lo más interesante que encontramos fueron los jardines de Qibao, presididos por una pagoda de siete plantas a la que se puede subir por 5 yuanes (0,60€).

Qibao

A pesar de habernos pedido un par de pinchos de una carne inclasificable en el mercado de Qibao, llegó la hora de comer, así que nos metimos en un centro comercial situado junto a la estación de metro en el que se pueden encontrar unos 20 locales de comida donde compras la comida que quieres y te la llevas a unas mesas situadas en medio.
Como el sitio estaba lleno de chinos nos confiamos, pero mientras esperábamos nuestros platos después de pagar en una caja central donde te dan unas tarjetas en las que se guarda el saldo, encontramos unos carteles en los que se evaluaba la calidad de la comida y la higiene del local. La inmensa mayoría de los locales situados en este centro comercial tenían la carita amarilla o la roja, pero es que algunos ni siquiera tenían el cartel!

Qibao

La verdad es que lo que comimos estaba bueno y fue bastante barato, pero ya andamos el resto del día con la mosca detrás de la oreja pensando en las condiciones en las que deberían conservar los alimentos algunos de estos locales para que les hubiesen puesto el cartel con la cara roja.

Después de comer bajamos al metro y nos cruzamos prácticamente la ciudad de punta a punta en otro interminable trayecto de algo más de una hora que nos costó solo 5 yuanes a cada uno (0,60€) hasta la estación de Lujiazui (línea2), ubicada en el mismísimo corazón financiero de Shanghai.
Nada más salir del metro comentamos el brutal contraste entre la zona tradicional y con casitas bajas en la que habíamos pasado la mañana y los descomunales edificios de oficinas que nos rodeaban en todas direcciones. En esta zona todo es a lo grande, y como muestra mirad estos setos con forma de dragón situados junto a una gigantesca rotonda sobre la que han construido una inmensa pasarela peatonal.

Pudong

Uno de los primeros edificios que nos llamaron la atención fue la torre de la Perla de Oriente, una torre de televisión que alcanza los 468 metros de altura y que podríamos considerar como uno de los principales símbolos de Shanghai.
Esta torre cuenta con dos miradores situados en las esferas superiores desde los que podremos contemplar la ciudad a vista de pájaro. Subir hasta la primera de ellas, situada a 263 metros de altura, son 100 yuanes (12€), pero si queremos subir un poco más alto hasta la última esfera, el precio es de 120 yuanes (14,50€).

Pudong

Nosotros optamos por subir hasta la pasarela peatonal y echar un vistazo a la infinidad de rascacielos que han surgido en esta zona en tan solo 20 años...

Pudong

...aunque también es posible contemplar parte de los edificios que se erigen en la otra orilla del río Huangpu a través del espacio que dejan las enormes avenidas de este moderno distrito financiero.

Pudong

La Torre Jin Mao, el Shanghái World Financial Center o la Torre de la Perla de Oriente son sólo algunos de los edificios más conocidos de Pudong, pero cualquiera de los otros gigantes de vidrio y acero situados en las inmediaciones serían un símbolo en muchas ciudades que no cuentan con un clúster de edificios en altura tan imponente como este.


Antes de dirigirnos hacia el paseo fluvial situado junto al río, nos inmortalizamos con la espectacular Torre de la Perla a nuestras espaldas.

Pudong

Con un corto paseo de 5 minutos nos plantamos en la zona peatonal que hay junto al Huangpu, desde dónde las vistas de la orilla de enfrente al atardecer son... bueno, juzgad vosotros mismos porque como dice el refrán, vale más una imagen que mil palabras.

Pudong

Pudong

Aquí pasamos sentados un buen rato mientras poco a poco iba atardeciendo y los rayos de sol jugaban al escondite entre las nubes haciéndonos sacar la cámara cada dos por tres para inmortalizar una puesta de sol que parecía sacada de una postal.

Pudong

De vez en cuando algún vendedor ambulante se nos acercaba y trataba de hacer negocio con sus artículos hechos a mano...

Pudong

...o nos convertíamos en protagonistas de una fotografía que a su vez capturábamos en nuestros objetivos.

Pudong

Al estar tan cerca de los edificios situados en primera línea de río que cada noche contemplábamos embelesados desde la orilla de enfrente, no me pude resistir y me di una vuelta por el parque situado frente a ellos para ver de cerca el famoso edificio con el cartel de Aurora, el hotel Shangri-la o el edificio cuya fachada se convierte en una descomunal pantalla de televisión al caer la noche.

Pudong

Al lado del lugar que elegimos para sentarnos y ver el atardecer sobre el Bund había un tenderete en el que te podías vestir con trajes tradicionales chinos o hacerte pasar por un peligroso gánster salido de los callejones más oscuros de la Shanghai de los años 20 e inmortalizar ese momento en una fotografía que te entregaban en el momento. Pues bien, para atraer a los clientes o para hacer que la gente que se disfrazaba se metiese en el papel, tenían puesto un disco con tres únicas canciones que se repetían en un bucle infinito.
Estas melodías tradicionales empezaron gustándonos, pero tras escucharlas 30 veces (os juro que no he exagerado lo más mínimo) acabaron por sonarnos a tortura china, así que optamos por dar un pequeño paseo junto al río y después dirigirnos hacia el metro.

En este vídeo podéis ver una panorámica del Bund desde el lugar en el que nos sentamos y escuchar una de las tres melodías que nos acompañaron durante todo el rato que pasamos disfrutando del atardecer en este decimoquinto día de nuestro viaje a China.


De vuelta al hostel, estuvimos planificando un poco el día siguiente buscando información en la Lonely Planet y a través de internet, aunque como podréis leer en el relato del día siguiente, nuestra visita a Suzhou y Tongli no fue todo lo bien que nos hubiese gustado.

Después de organizar el día siguiente nos fuimos a cenar por los alrededores del hostel, y cuando terminamos, nos dimos nuestro paseo diario por Nanjin Road y algunas de sus calles aledañas, caminamos por el Bund y aprovechamos un hueco para colocarnos en primera fila y contemplar hipnotizados como cada día el juego de luces y reflejos de los gigantes de cristal situados en la orilla de enfrente.

Bund de Shanghai

Para no perder las buenas costumbres, terminamos la jornada relajándonos en la terraza de nuestro hostel con una botella de cerveza Tsingtao bien fría mientras comentábamos algunas anécdotas del viaje y observábamos los rascacielos que nos rodeaban...

Shanghai

Shanghai


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