Egipto dia 6: Mezquita de Alabastro, Khalili y Pirámides ~ PhotoViajeros - Los relatos de mis Viajes, Rutas y Escapadas

Egipto dia 6: Mezquita de Alabastro, Khalili y Pirámides

Después de ducharnos y preparar todo lo necesario para nuestro último día en Egipto, mi compañero de habitación y yo bajamos al comedor para reunirnos con el resto del grupo y disfrutar de un gran desayuno como el del día anterior.

Al entrar en el comedor, no vemos a nadie del grupo, pensamos que somos los primeros y que bajarán más tarde, por lo que nos ponemos a desayunar. Cuando terminamos, nos extrañamos de que no haya bajado nadie, preguntamos en recepción si saben algo de nuestro grupo, pero no nos entienden, salimos a la calle y el autobusero de todos los días está esperando, le preguntamos y tampoco nos entiende. Cunde el nerviosismo, así que subimos y tocamos en la puerta de otros compañeros de viaje. Se abre la puerta, menos mal, creíamos que nos habíamos dormido y que se habían ido sin nosotros.

La parte buena, es que nos sirvió para despertarnos del todo, así que después de esperar a que todos bajasen y desayunasen, salimos hacia la Mezquita de Alabastro, construida en la Ciudadela de Saladino, al otro lado de la ciudad.

Como había mucho tráfico, me dio tiempo a recrearme en la visión del devenir diario de la ciudad. Sorprende ver grandes avenidas como la castellana de Madrid repletas de coches, y en mitad del atasco, un carro cargado hasta los topes de paja, mercadillos junto a la autovía y casas a medio construir, cientos de casas con la planta baja construida y con dos o tres plantas más en la que únicamente están colocados los ladrillos, nada más, ni recubrimientos, ni ventanas, ni puertas, como si el bloque de pisos estuviese a medio construir.

El tópico de que el tráfico en el Cairo es un caos, es 100% real. El consejo que nos dio Pepe para cruzar una calle fue que o bien cogiésemos el metro, o que cerrásemos los ojos y cruzásemos sin pensárnoslo, y la verdad que aunque fue poco lo que estuvimos callejeando cerca del hotel o por otras zonas de la ciudad, el momento de cruzar era siempre una pequeña aventura.

Mezquita de Alabastro


Después de más de una hora, bajamos del autobús y entramos a la Mezquita de alabastro. Otra construcción faraónica, mucho más moderna que todos los templos visitados hasta ahora, pero otra gran obra maestra de la arquitectura. Una gran mezquita construida en una de las zonas más altas de la ciudad, en la Ciudadela de Saladino, hecha de alabastro y con un aspecto muy parecido a las grandes mezquitas turcas, con una gran cúpula central sostenida por cuatro columnas y otras cúpulas menores alrededor.

Mezquita de Alabastro

Mezquita de Alabastro

En el interior, se encuentran cientos de lámparas de aceite que cuelgan del techo. Según nos cuenta el guía mientras estamos sentados en las alfombras que cubren el suelo, estas lámparas generan una luz en el interior que ayuda a la oración y a la reflexión, aunque con la cantidad de turistas que hay veo yo bastante complicado que eso sea posible.

Mezquita de Alabastro

Mezquita de Alabastro

En una de las paredes del interior, está la tumba de mármol blanco de Mohammed Alí, el constructor de esta Mezquita.

Tumba de Mohammed Ali

Desde una de sus puertas laterales, se accede a un gran patio en el que está la fuente de las abluciones (lugar para la purificación de algunas partes del cuerpo antes de algunos actos religiosos) y un reloj que regaló Luis Felipe en 1846.

Fuente de Abluciones

A través de los enrejados de las ventanas, hay unas vistas increíbles de la ciudad, aunque entre la contaminación y que el día amaneció nublado, no se podía apreciar del todo la inmensidad de la ciudad.

Enrejado Patio

Saliendo de la mezquita, hay un mirador desde el que se entiende muy bien porqué llaman a El Cairo la ciudad de los 1000 minaretes.

Vistas de El Cairo

Vistas de El Cairo

La siguiente visita del día, y última del viaje, es al enorme mercadillo callejero de Jan el-Jalili (Khalili), un laberinto de calles con cientos de puestos, bazares y cafés.

Jan el-Jalili

Esta visita la hacemos cada uno por nuestra cuenta, ya que lo único que se hace es caminar entre cientos de puestos en los que podemos encontrar prácticamente cualquier cosa.

Jan el-Jalili

Os aviso que el tema del regateo en el bazar es bastante más complicado que a lo largo de los que tuve en el viaje. Os preguntareis el porqué, aunque la respuesta es bien sencilla. En los pueblos o ciudades situados en la zona sur del país, la población es mucho más pobre que en El Cairo, la cantidad de posibles compradores también es mucho menor, aunque la mayoría de puestos tienen un nivel más que aceptable de potenciales clientes al estar situados en la cercanías de los puntos turísticos. Por estos factores, en la zona sur de Egipto están más “necesitados” de turistas, tienen que esperar a que los autobuses los lleven hasta ellos, y por eso cada persona interesada es un potencial cliente al que intentaran agarrar como puedan, con lo que son más flexibles a la hora de regatear.

Jan el-Jalili

En el Khalili, simplemente tienen que esperar sentados, los clientes pasan en gran número, y si tú no le compras algo, saben que en poco tiempo otro se acercará y picará. Aunque parezca que hay mucha competencia al haber tantos puestos juntos, los precios son muy similares, y no sé hasta qué punto no los tendrán “pactados” entre todos ellos. Aun así, hay algunos que se lo curran más y que se dejan bajar el precio más que otros. El truco está en tantear varios puestos.
Todo esto que os acabo de contar ya lo comprobaréis vosotros mismos, así que voy a seguir con otra de las experiencias que más me gustaron de mi viaje.
Después de recorrer la calle más transitada de casi un kilómetro, volvimos por otra calle paralela. Parecía otro mundo, por esta calle casi no pasaba gente, nos cruzamos con un grupo de niños que volvían solos del colegio a sus casas y que no tendrían más de 6 años (igualito que en España). Nos saludaron y mantuvieron una cortísima conversación en inglés con nosotros. Nos quedamos agradablemente sorprendidos.
Os dejo el mapa del recorrido que hicimos tanto por el Khalili más turístico como por las calles más auténticas:

Ver Mercadillo Jan el-Jalili en un mapa más grande

Seguimos caminando por esta calle, en la que vimos las tiendas reales, las suyas, en las que compraban sus alimentos, sus peluquerías, sus bares, etc., nada que ver con el mundo artificial que había dos calles más abajo. Nos miraban sorprendidos, no debía ser muy normal ver turistas por esas calles, y aunque el entorno podía infundir miedo o inseguridad, caminábamos charlando tranquilamente, más incluso que por algunos barrios de Madrid a ciertas horas de la noche. Para reincorporarnos a la calle principal del bazar, tuvimos que atravesar varios callejones en los que prácticamente no entraba la luz y con mil y un recovecos, la verdad es que imponía, pero cuando volvimos al bullicio, echamos de menos la tranquilidad y la realidad que acabábamos de dejar atrás.

Después de terminar las compras y reunirnos de nuevo el grupo, subimos al autobús con rumbo a otro restaurante que nos recomienda el guía.

Cuando llegamos, más de la mitad del grupo toma la opción de volver al hotel en el autobús, los demás nos quedamos para comer en el restaurante, que la verdad estaba muy bien situado a orillas del Nilo. El problema llegó a la hora de pedir la comida, prácticamente nada de lo que nos gustaba estaba en la carta.

En ese momento recordé haber visto un Pizza Hut enfrente de las pirámides el día anterior. Propuse irnos a comer allí a los tres compañeros de viaje con los que prácticamente compartí todas las experiencias que he contado a lo largo de estos artículos, así que los cuatro, decidimos irnos por nuestra cuenta hacia allá.

Se lo comentamos a Pepe y después de ponernos algunas pegas, nos marchamos, así que de repente nos encontramos a la salida del restaurante, sin saber bien dónde estamos y con una calle de 3 carriles por sentido delante. Cuando tenemos claro más o menos hacia donde deben quedar las Pirámides, cruzamos a la acera de enfrente con el peligro que eso conlleva en una ciudad como El Cairo.

Paramos al primer taxi que hace caso a nuestras indicaciones, pero tenemos la mala suerte de dar con un taxista que no tiene ni idea de Español o Inglés. Cuando estamos a punto de desistir y esperar a otro taxi, pasa un niño que nos dice si nos puede ayudar. De nuevo nos quedamos sorprendidos con el nivel de inglés del chaval, que no tendría más de 10 años, y que nos hace de intérprete con el taxista. Al final acabamos negociando el precio del trayecto en la mierda acumulada en el cristal del taxi, 30 Libras (unos 4€).

Nos despedimos de nuestro pequeño intérprete y nos dejamos llevar por el taxista hacia las pirámides. Cuando llevamos un rato, se empiezan a ver las Pirámides, suspiramos de alivio, vamos en la dirección correcta, pero por poco tiempo. De repente el taxista se para y nos hace entender que hemos llegado. Le enseño la entrada al recinto de las pirámides y le digo por señas que es allí dónde queremos ir. Su respuesta es señalar con el dedo un hotel que se llama Pyramids. Cunde el nerviosismo, a ver cómo hacemos entender al taxista que no es ahí, que nos tiene que llevar a las pirámides de verdad. De nuevo, le señalo la entrada de la pirámide y miro por la ventanilla, por suerte se ve la punta de una de las pirámides, así que por gestos le digo que yo le guío hacia nuestro destino.

Hacia las Pirámides

Después de estos momentos de incertidumbre, arranca y empiezo a ejercer de GPS por las calles de El Cairo, las pirámides cada vez se ven más cerca y al final acabamos cruzando por un barrio bastante chungo que hay muy cerca de las pirámides. El taxista nos baja los seguros y sube las ventanillas, la gente que se ve por la calle no parece amigable, la policía mira para otro lado. En un semáforo se nos acerca un tipo diciendo que baje la ventanilla, le digo que no con el dedo y el taxista arranca. Cuando salimos del barrio, el taxista nos da la mano y a su manera nos da las gracias. Por lo que se ve hemos salido indemnes de una zona conflictiva. A los 5 minutos, llegamos a la puerta de las pirámides, y el pizza Hut, justo enfrente.

Pirámides desde Pizza Hut

Todo lo que vino después fueron grandes momentos, uno tras otro. Primero, comiendo una pizza después de haber estado con la tripa revuelta y evitando muchas de las salsas y comidas (sobre todo en el barco), nos supo a gloria. Pero si a eso le juntas el estar comiendo con las tres pirámides y la esfinge enfrente mientras anochece, ya el momento es de postal. Os dejo varias fotos para que lo comprobéis:

Pirámides desde Pizza Hut

Pirámides desde Pizza Hut

Pirámides desde Pizza Hut

Pirámides desde Pizza Hut

Pirámides desde Pizza Hut

Cuando estamos casi preparándonos para irnos, el camarero nos dice que por 1€ mas cada uno de propina, nos podemos quedar a ver el espectáculo de luz y sonido desde la azotea del restaurante.
Si tenéis la oportunidad y tiempo libre, os lo recomiendo. No importa que el audio sea en otro idioma, lo interesante es el juego de luces y la música. Si vais a este Pizza Hut, os va a salir tirado, creo que la entrada vale unas 50 o 70 Libras y lo vais a ver casi igual, es más, aunque me gustó y es muy barato al cambio, no creo que merezca la pena pagar casi 10€ por este espectáculo.

Estas son varias de las fotos del espectáculo, tomadas desde el Pizza Hut. Como podréis comprobar, se ve bastante bien todo el conjunto.

Espéctáculo Luz Pirámides

Espéctáculo Luz Pirámides

Espéctáculo Luz Pirámides

Espéctáculo Luz Pirámides

Espéctáculo Luz Pirámides

Espéctáculo Luz Pirámides

Una vez terminado el espectáculo de luz y sonido de las pirámides, era completamente de noche, no había prácticamente nadie por la calle y creímos que íbamos a tener problemas para encontrar un taxi que nos llevase de vuelta al hotel.
No esperamos ni 5 minutos cuando aparece un taxi, lo paramos y resulta que el dueño chapurrea bastante Español. Después de acordar el precio del viaje, otras 30 Libras, nos subimos y le indicamos nuestro destino.

Mientras conduce, vemos que el cuentakilómetros del coche no avanza, le preguntamos si es que lo tiene estropeado y dice que lleva así varios años, que le ha dado la vuelta el cuentakilómetros una vez, pero que se le había estropeado. Aun así, marcaba más de 800.000 Km. El taxi era un seat muy antiguo, le decimos que es una marca Española y nos empieza a contar que es muy buen coche, que lo tiene desde hace mas de 15 años y que no le ha dado problemas.

Otra de las anécdotas de este viaje en taxi, es que el conductor nos iba contando cosas de su familia, de sus tropecientos hijos, para los que nos pedía caramelos o lo que tuviésemos. Le dimos todos los que nos sobraban del viaje, varios bolis y un mechero, pero no se pudo esperar a que llegásemos, según conducía, se giraba y soltaba el volante para que le fuésemos echando en las dos manos todos los caramelos y demás cosas, un tipo simpático pero bastante kamikaze.

Una vez en el hotel y después de dejar las últimas compras del día en la habitación, salimos a dar una vuelta y en una pequeña tienda, me pido un zumo de caña de azúcar. En cualquier otro lugar del mundo no creo que ni me hubiese planteado el aceptar el vaso reutilizado que “fregó” delante de mí en un agua negra estancada que tenía en el fregadero y que no hizo mucho, pues la taza en la que me sirvió el zumo seguía estando realmente guarra. El sacrificio higiénico tuvo su recompensa, el zumo estaba buenísimo, y me costó el equivalente a unos 10 céntimos.
Además, la forma en la que lo elaboran, metiendo un tronco enorme de caña de azúcar en una máquina que debía tener más de 60 años, también fue algo curioso de ver.

Las últimas horas del viaje, la pasamos prácticamente todos los del grupo en una de las habitaciones del hotel hasta altas horas de la madrugada. Una vez de vuelta a la habitación para descansar, vi que solo quedaba un par de horas para levantarnos y salir hacia el aeropuerto, así que decidí quedarme tranquilamente sentado en la enorme terraza de la habitación mientras el sol del último día de mi estancia en Egipto iba asomando entre los tejados de la ciudad de El Cairo.


1 comentarios:

Victor Manuel Moreno dijo...

Si vas a países de dudosa higiene lleva siempre boquillas personales, una por dia de viaje y persona sera suficiente.Si eres escrupuloso como yo,y quieres en todo momento estar preparado usa y lleva boquillas de uso individual para cada persona.Si no las conoces puedes verlas en www.boquillapersonal.es
Existen multitud de ocasiones en que las tuve que usar,mejor que sobre,que no que falte.Ocasiones en que tienes que beber de una misma botella,y no tienes vasos,que tienes que compartir la tuya y no te gusta que otro beba.Mejor lleva siempre sistemas individuales preventivos,por que prevenir es antes que curar
Un saludo a todos los viajeros.

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