Egipto dia 2: Edfú, Nilo y Kom Ombo ~ PhotoViajeros - Los relatos de mis Viajes, Rutas y Escapadas

Egipto dia 2: Edfú, Nilo y Kom Ombo

Esta noche, mientras dormíamos, el barco ha seguido su viaje por el Nilo hacia el sur.
A las 6:30 nos levantamos, y mientras desayunamos vemos por la ventana del comedor que hemos atracado en otro puerto: Edfú.
Nada más terminar, salimos y ¡Sorpresa!, para ir al templo de Horus, nos esperan unas 15 calesas (parecido a nuestros coches de caballos) en las que “nos acomodan” de cuatro en cuatro.
El viaje es muy peculiar, una ristra de 15 calesas con las que cruzamos toda la ciudad en unos 20 minutos junto con las de otros grupos de diferentes barcos. Tanto en este camino de ida como en el de vuelta, vemos la rutina de los habitantes de esta ciudad en la que se entremezcla la tradición y lo antiguo con el ajetreo de camiones y otros peculiares vehículos más modernos.

Calesas

En Calesa por Edfu


Después del paseo, me bajo del carruaje pero la sensación de ir dando botes me dura un par de minutos más. Cuando todo el grupo se vuelve a unir en la explanada de entrada al templo de Horus, Pepe nos da nuestras entradas y caminamos hasta unas ruinas que hay a 100 metros de la entrada principal.

Templo de Horus

El guía se esmera en sus explicaciones, pero la mayoría estamos entusiasmados tirando fotos a los inmensos pilonos que dan la bienvenida al templo.

Templo de Horus

De lo que me acuerdo de la explicación, es que el templo estaba dedicado al dios halcón Horus y que es uno de los mejor conservados de todo Egipto, ya que no es de los más antiguos. Su construcción se comenzó bajo el mandato de Ptolomeo III el 237 a.c., pero no fue hasta el 57 a.c cuando se concluyó totalmente.

Templo de Horus

Como decía anteriormente, impresionan las medidas de los pilonos de entrada, de 80 metros de ancho por 36 de altura, en cuyas paredes están representadas figuras gigantes del faraón sacrificando a prisioneros de guerra y dándolos en ofrenda a los dioses Horus y Hator. A cada lado de la puerta que hay entre los pilonos, hay dos estatuas de granito negro de Horus de unos 4 metros, en las que tenemos que luchar con un grupo de Japoneses para hacernos la foto correspondiente.
Después de entrar por la majestuosa puerta, nos encontramos con un gran patio de columnas con otra estatua de Horus y una sala a cada lado.

Patio Templo de Horus

A Continuación, entramos en la sala hipóstila, impresionante y cubierta, a diferencia de las que habíamos visto el día anterior en Luxor y Karnak.

Sala Hipóstila

No queda ni un solo centímetro de pared, columna o techo sin grabados en los que se muestran distintas fases de la construcción del templo, ofrendas a los dioses etc.

Grabados

Grabados

En las paredes de esta sala, hay más habitaciones, también grabadas de arriba abajo, que preceden al corazón del templo, el santuario de Horus.
Al santuario no dejan pasar, por eso hay cientos de brazos y cabezas buscando un hueco para admirar esa pequeña pero espectacular habitación. En el centro, una barca solar sobre un pedestal, y un poco más atrás, una especie de altar donde se encontraba la imagen del dios Horus.

Santuario de Horus

Tras la visita al interior del templo, visitamos un pasillo exterior que separa el muro externo del templo propiamente dicho. En dichas paredes se cuenta, entre otras cosas, la leyenda de Isis y Osiris. Como no la recordaba bien del todo, la he buscado por la web y he rellenado los huecos de la historia para que quede más o menos entendible.

Leyenda de Isis y Osiris

Leyenda de Isis y Osiris:

"Hijo de Geb, la Tierra, y de Nut, el Cielo, Osiris se casó con su hermana Isis y se convirtió en faraón de Egipto.

Este gobernante justo enseñó a los hombres a cultivar la tierra y a fabricar el pan y el vino.
Egipto llegó a ser un país próspero, pero el hermano de Osiris, el dios Seth, sentía celos de él.

Al volver Osiris de un largo viaje, Seth y sus cómplices organizan una fiesta en su honor. Durante el banquete, Seth ordena traer un cofre que él había hecho fabricar, la propuesta es ofrecérselo a quien pueda introducirse dentro.
Cuando Osiris entra en su interior, Seth cierra la tapa y manda arrojarlo al Nilo.
En lugar de hundirse en el río, el cofre flota a la deriva, llevado por la corriente y va a parar al Mediterráneo.

Isis, su esposa, parte en busca de su marido para darle una sepultura digna de un rey y halla su cuerpo en el puerto de Biblos, Seth al enterarse de la noticia se apodera del cuerpo de su hermano y lo corta en 14 pedazos, que dispersa después por todo Egipto.

Movida por su amor, Isis recorre cada lugar del reino y finalmente consigue encontrar todos los pedazos con excepción del pene. Isis reune los fragmentos y, con la ayuda de Anubis y Neftis, embalsama el cuerpo.

Osiris recobra la vida, pero a partir de entonces ya no reinará en la tierra, sino en el reino de los muertos, no sin antes concebir a su hijo Horus.

Seth sucede a su hermano a la cabeza de Egipto, sin saber que Osiris e Isis tuvieron un hijo.
Su madre oculta su existencia hasta que crece y es lo bastante fuerte para vengar el asesinato de su padre.
Horus pide al tribunal de los dioses, presidido por Ra, heredar el trono de su padre.
El dios de la cabeza de ibis, Thot, defiende a Horus, pero Ra se pone de lado de Seth, quien por la noche le ayuda a luchar contra Apopis, (una terrible serpiente).
Isis desea intervenir en favor de su hijo, pero Seth se lo prohíbe, ella burla la prohibición gracias a un complicado ardid, y logra que el tribunal se decante en favor de Horus, que finalmente se convierte en rey de Egipto, al igual que su padre.

Seth no acepta el juicio de los dioses y hace que él y Horus sean convertidos en hipopótamos, y sentencia: "El que permanezca tres meses bajo las aguas del Nilo será rey".

Isis hiere con un arpón a Seth, y Horus es reconocido rey.
A partir de entonces, Ra confía a Seth la tarea de ahuyentar a los malos espíritus."



Después de contarnos esta historia, tenemos 20 minutos más para dar una vuelta por nuestra cuenta por el templo y aprovechar para hacer las fotografías que no habíamos podido hacer antes.

Exterior del Templo de Edfu

Salimos no sin antes echar un vistazo casi obligado en los puestos que hay a la salida del templo y volvemos a un enorme aparcamiento de calesas en el que tenemos que encontrar al calesero que nos había traído previamente desde el barco. Mientras le buscamos, nos damos cuenta del lamentable estado en el que tienen a los caballos, muchos de ellos con las pezuñas ensangrentadas y con restos de heces por todas partes.

En la Calesa por Edfu

Cuando encontramos a nuestro calesero, subimos y empezamos el camino de vuelta al barco. A mitad de camino, alguien se acerca a nuestra calesa, habla algo con nuestro chofer y se sube para tomar las riendas del carruaje. Pero nada más lejos de la realidad, la única intención era vendernos algo que traía envuelto en papel albal. Ante nuestra negativa, nos muestra el contenido (el que todos imaginábamos) y nos muestra unas “hierbas de la felicidad”. Como pasamos de él, se baja y se queda a la espera de otra calesa con la que probará suerte de nuevo.

En la Calesa por Edfu

Al llegar al barco, lo comentamos con el resto del grupo y comprobamos que habiamos sido los únicos a los que nos habían intentado vender algo más que souvenirs. Son las 10 de la mañana y el barco zarpa de nuevo hacia el Sur, próxima parada: Kom Ombo.

Navegando por el Nilo

Navegando por el Nilo

Hasta la hora de la comida, se presentaban unas cuantas horas en las que no teníamos nada que hacer, así que hubo gente que se fue a la habitación, otros que se dieron un chapuzón en la piscina del barco (o charco como lo llamaba yo), y otros que nos quedamos relajados en las tumbonas de la cubierta o jugando de vez en cuando al ping pong.

Navegando por el Nilo

Navegando por el Nilo

Estas 3 o 4 horas hasta que comimos, fueron las más relajadas del viaje. Cuando me achicharré un poco de estar tumbado al sol, me pasé a la sombra, pero como me aburría estuve haciendo unas fotos de las orillas del Nilo, donde se veía a los niños jugando con cañas de pescar artesanales, a sus padres trabajando en las huertas que estaban pegadas al rio o al ganado “abandonado” en islotes en medio del Nilo.

Navegando por el Nilo

Navegando por el Nilo

Navegando por el Nilo

Llegó la hora de la comida, y tras el baile y cantos tribales de todos los días, volvimos a la cubierta del barco.

Navegando por el Nilo

El calor era bastante molesto, así que aprovechamos para echarnos una mini siesta en el camarote hasta que por fin llegamos a nuestra siguiente parada en ruta.

El templo de Kom Ombo, está dedicado al culto de los dioses Sobek y Haroeris. El estado de conservación no tiene nada que ver con el templo que hemos visitado esta mañana, pero también es tremendamente rico en grabados. Además, la hora a la que lo visitamos, cuando esta poniéndose el sol, hace que la luz dorada le dé una tonalidad mágica al templo.

Templo de Kom Ombo

Templo de Kom Ombo

Lo que más llama la atención de este templo es que es simétrico. Tiene dos entradas, dos salas hipóstilas y dos santuarios.

Templo de Kom Ombo

Sala Hipóstila

Templo de Kom Ombo

Muchas de las demás salas son compartidas, y es curioso ver en las paredes grabados de utensilios quirúrjicos similares a los que se usan hoy en día y relieves en los que se explica el procedimiento para realizar varias operaciones.

Grabados de Utensilios Quirurjicos

También es muy interesante escuchar las explicaciones del guía sobre un calendario solar de 365 días que hay representado en una de las paredes, y en el que están perfectamente detalladas las estaciones, la época de siembra y recogida de las cosechas, etc.

Calendario Solar

En las cercanías del templo, hay un nilómetro, con el que predecían las crecidas del Nilo, y otra edificación en la que se pueden ver los restos momificados de varios cocodrilos.

Nilometro

Momias de Cocodrilos

Al salir del templo, llegamos al súmmum de los puestos situados en las salidas de los templos. Para volver al barco, hay que caminar unos 300 metros por un paseo marítimo de unos 3 metros de ancho bordeando el Nilo y que en el otro lado tiene una hilera de más de 50 puestos repletos de trajes “típicos” que te ofertan para la fiesta de disfraces que esa noche hay en el barco.

Salida del Templo

Las chicas son las que peor lo pasan, porque los vendedores literalmente las agarraban y las metían a que se probasen varios vestidos, o si no, les tiraban unos 6 o 7 vestidos encima para obligarlas a pararse y mirar en su tienda. Había muy pocos puestos de figuritas típicas como pirámides, esfinges, obeliscos, etc., lo único que se veían eran kilos y kilos de tela colgando de los chamizos. Mientras a las mujeres les aplican el acoso y derribo, a los chicos nos dejan más tranquilos, y aprovecho para comprar una tarjeta de teléfono y llamar desde una cabina a España.

La policía turística, disfruta con el espectáculo de evasión y esquivo de trajes voladores por parte de los turistas, riéndose a carcajada limpia mientras en la cara de algunas chicas se ven signos inequívocos de agobio. Tras esta gymcana, por fin volvemos a la calma del barco, donde aprovecho para comprarme una chilaba para la fiesta de disfraces por 4€.

Antes de la cena, el guía nos ofrece un paquete de visitas extra que incluye Abu Simbel, el Museo del Cairo y la Mezquita de Alabastro, todo por 120€. Lo aceptamos, aunque unos cuantos que teníamos ganas de ir a Abu Simbel teníamos un plan B por si acaso el guía no nos ofrecía dicha visita extra, ya que en el precio del viaje de la agencia no estaba incluida. Por si alguno quiere utilizar ese plan B, no es más que buscar un taxi o ir a cualquiera de los hoteles que hay en el paseo marítimo de Aswan el día que lleguéis y contratar la visita y el transporte a los templos por vuestra cuenta. Sale mucho más barato, pero tienes que organizártelo tu, con el peligro de que no te de tiempo el día que llegas a Aswan de buscar el hotel y apalabrar la visita, o de que el taxista con el que lo contrates no aparezca a la hora que quedéis con él.

Después de ponernos los disfraces, subimos a cenar. La última cena en el barco es muy pintoresca, los disfraces muy típicos y pocos se lo curran mínimamente, pero nos sirve para echarnos unas risas. Durante la cena, vuelven las congas y los canticos, seguir el ritmo es más complicado que en días anteriores, ya que con la túnica que llevo hasta los tobillos la movilidad de las piernas es bastante menor y en varias ocasiones estoy a punto de acabar por los suelos.

Una vez terminada la cena, nos dicen que subamos al salón principal del barco para empezar la fiesta de disfraces, pero uno de mis compañeros baja a la habitación. Cuando vuelve, nos dice a unos cuantos que bajemos, que tenemos que ver una cosa.
La intriga nos arrastra escaleras abajo y cuando abrimos la puerta de nuestra habitación, nos encontramos con un polizonte en el camarote. La primera reacción que se llevó el primero que entró en la habitación y se encontró el muñeco hecho con toallas encima de la cama fue, lógicamente, la de darse un buen susto, pero lo mejor estaba por llegar.

Fiesta Disfraces

Fuimos a la habitación de al lado y también tenían su particular muñeco toallero, así que supusimos que en todas las habitaciones habían hecho lo mismo con las toallas mientras cenábamos. En una de las idas y venidas de una habitación a otra, salen de una de las habitaciones dos de los miembros de la tripulación encargados de hacernos las camas y dejarnos las toallas con forma de cocodrilo, flor o barco encima de la cama todos los días. Nos piden que les guardemos el secreto y esperamos junto a ellos a que alguien baje.

A los 5 minutos, una chica del grupo baja a su habitación, y la acompañamos sin decirle nada de la “sorpresa” que se va a encontrar. El grito que dio fue pequeño, pero nada comparado con nuestras risas y la de los creadores de los muñecos. Así, poco a poco fueron bajando todos y cada vez la peregrinación de habitación en habitación acompañando a los que no sabían nada iba creciendo en número de personas.
Realmente, eran unos artistas y hubo varios de los muñecos toalleros que eran muy buenos y bastante realistas. Después de unos 40 minutos de diversión a costa de los sustos ajenos, subimos a la fiesta de disfraces que estaba a punto de empezar.

La fiesta consistió en una danza tribal, un tío dando vueltas como los del anuncio promocional de Turquía y una mujer haciendo la danza del vientre, aunque en realidad era la danza de la lorza, porque la pobre tenía más tripa que el Barney de los Simpson. Cuando acabó el show, hicieron un juego parecido al de las sillas en el que todos participamos y que consistía en seguir la música y juntarse en grupos de x mujeres y x hombres según las indicaciones del animador cuando se detuviese la música. El juego duró lo suyo y nos hizo pasar un rato bastante divertido, además de poder disfrutar de un pase de modelos improvisado gracias a los disfraces femeninos que hacían que algunas pareciesen autenticas reinas del Nilo.

Al terminar y pese a las advertencias de nuestro guía sobre el madrugón que nos esperaba al día siguiente, acudí a la cita ineludible y diaria con el ping pong, dónde ya esperaba el camarero con su paleta dispuesto a ganar, aunque una vez más no consiguió derrotar a ninguno de los que nos enfrentamos a él.
A eso de las 12 de la noche nos acostamos, mientras el barco navegaba hacia Aswan, donde en poco más de 2 horas íbamos a coger un autobús que atravesaría el desierto camino de Abu Simbel.

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